77 años separan a It happened one night y Sin Compromiso. El “cutis” de las comedias románticas permanece impertérrito al paso del tiempo..
Un día te levantas de la cama. Caminas desgarbado hacia el baño. Presionas el interruptor cais al mismo tiempo que aparece en tu somnoliento semblante una silenciosa mueca de desagrado por la entrada de luz directa por las rendijas que son entonces tus ojos. Miras al espejo. Y, ¿Qué es lo que ves? Ésta es la pregunta obligada que deben hacerse las comedias románticas como uno de los géneros más longevos y recurrentes en la historia del cine.
Año 1896. Se estrena una de las primeras obras que ensalza al amor: el corto de William Heise titulado ‘Der kuss’ (‘El beso’) que mostraba a sus acaramelados protagonistas fundiéndose en un beso. Unas décadas más tarde, llega el cine sonoro a través de películas como The Philadelphia Story (1940) y It happened one night (1934) de Frank Capra, que a su vez sería una de los abanderadas de las recién alumbradas comedias románticas.
Desde los años 50, los espectadores abrirían el paraguas ante el aluvión de producciones centradas en el amor desde diferentes sub-géneros: comedias románticas, drama romántico, thriller amoroso, chick flick (que otorga un especial protagonismo a la figura y silueta de la mujer como elemento dinamizante).
En la actualidad hay comedias románticas más comerciales protagonizadas por los actores de moda (Sin Compromiso, ..etc), más indies (500 días juntos), más cercanas a la ciencia ficción (‘Her’) pero el (L) con sus aurículas y ventrículos como denominador común está presente en todas.
Lo que empezó siendo como un torniquete de la realidad socio-política del país (EEUU, como principal exportador de comedias románticas a escala global) para detener la hemorragia depresiva que amenazaba con propagarse como vimos en la genial ‘La rosa púrpura del Cairo’, se ha convertido en una de las fuentes principales de ingresos para los que viven bajo la sombra de las grandes letras de Hollywood.
El hombre está enamorado del amor. Los productores aprovechan su sensibilización para comercializarlo como mercancía, un merchandising más. El hecho de que las comedias románticas se humanicen y den la espalda a la inagotable fuente de energía que es el idealizado romanticismo prefabricado es remarcable. La pregunta es: ¿queremos comedias terrenales conscientes de sus límites o, películas que nos den una vuelta en su etéreo dirigible y nos hagan soñar con imposibles?
Tomemos como ejemplo la reciente ‘Enough said’ como apacible oasis en medio del histrionismo al que estamos acostumbrados en este género. Una madura comedia que por fin es consciente de sus limitaciones y se mira la barriga por primera vez como si antes no estuviese ahí. Subjetivamente opino que deberíamos generar un ecosistema en la que ambas imitaciones de la comedia romántica puedan coexistir. No podemos pasarnos la vida viviendo en un mundo urdido por la ficción, ni tampoco sobrevivir en un universo tan real que en muchas ocasiones duele.
Dicho todo esto, el menú está servido. Ahora son los consumidores quienes deben elegir.
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