La película es una pequeña producción española que hoy aprovechando la fiesta del cine vuelve a nuestras carteleras.
Los Tontos y los estúpidos es una historia del cine dentro del cine, vamos que nos refleja un poco los entresijos de un rodaje, ampliamente hablando y como si una puesta en escena se tratase además de narrarnos una historia en sí.
Roberto Castón es el director y guionista de esta propuesta que la podríamos encasillar dentro del cine de autor, con unos toques de performance y muchas ganas de sacar un proyecto adelante con bajo presupuesto. Este es su segundo largometraje, el primero fue Ander.
Un grupo de actores tiene que sacar adelante un proyecto Los tontos y los estúpidos, bajo la batuta del director (Roberto Álamo), que les irá marcando las tomas y como tienen que hacerlo. Cada uno de los actores se mete en su personaje y se enfrenta al mismo con sus miedos y el respecto que da el que al final, aquello pueda ser una película. Una historia que se ensaya y divide en dos partes de personajes diferentes pero que se unen circularmente como la vida suele hacer, además para diferenciar cuando se es tonto y cuando estúpido.
Los tontos y los estúpidos es una reflexión sobre la ocultación de los sentimientos, de guardar los más grandes secretos y anhelos para uno mismo, sin darse cuenta que al final eso le convierte a uno en un ser cerrado y ausente.
El director ha escogido a actores ya reconocidos y a otros no tanto, lo que hace un equilibrio muy solvente en el trabajo final, la voz en off de Roberto Álamo, es sorprendente, este actor cada día me convence más de su talento en pantalla. Una narrativa sutil a la vez que engancha, pues todos los diálogos tienen un poso de reflexión existencial sobre lo cotidiano, lo que afecta, a lo que se da importancia, y lo que realmente es vital.
El guión de Los tontos y los estúpidos esconde un mundo de apariencias que hoy en día es cotidiano pero no tan plausible en nuestros días. Unas vidas inertes llevadas por la ambición y por el estar, esos serían los estúpidos, que al final se dan cuenta de sus errores pero tarde, y los que viven por inercia con unos anhelos, heridos por la vida pero conformistas con la misma, ahí van los tontos.
Roberto Castón nos demuestra con este su pequeño gran trabajo que el que tiene una idea la puede sacar adelante. Una buena combinación de grabación de blanco y negro y color, que diferencia la realidad y la ficción, los ensayos y la vida de los actores, en sí un homenaje a los actores.