Final de The Newsroom: los espacios en blanco de Cézanne

El último episodio, fue como si Cézanne volviese al mundo terrenal y rellenase los famosos espacios en blanco de muchas de sus obras.

The Newsroom, tras tres elogiadas y criticadas temporadas, finalizó su emisión este lunes. El «experimento» del brillante guionista Aaron Sorkin mostró a sus espectadores las diversas fases que atraviesa un medio de comunicación en la actualidad: la primera temporada era la idealista y de mirada ensoñadora con esa búsqueda de la objetividad y la verdad, la segunda (quizás la más criticada de las tres) nos enseñó lo fácil que es perder el crédito y lo difícil que fue ganarlo (como pasa en la vida, se nos recuerda más por un mal acto que por cien buenos) y finalmente en la tercera y última contemplamos lo que está siendo para muchos medios el humillante y penoso pan de cada día: priorizar la instantaneidad sobre la veracidad, el periodismo ciudadano sobre el profesional y en definitiva: amputar al periodismo las extremedidades que le hacen fuerte y poderoso, ese cuarto poder.

Todo el viaje, hemos ido sentados cómodamente en un elegante coche mientras desde la radio nos llegaban líneas de guión inteligentes, que desgarran desde lo sutil.  Los compañeros de expedición, han sido un reparto muy bien seleccionado y que en sólo tres años han logrado forjar un vínculo con el espectador desde el ajetreo y el tenaz dinamismo de una redacción de noticias. A pesar de las críticas hacia The Newsroom, sobre las que Sorkin comentó que «en ningún momento pretendía dar lecciones de periodismo», lo cierto es que estaba legitimizado para plasmar en su obra sus pensamientos y opiniones. Su discurso es crítico porque desde siempre el cambio y la revolución se han iniciado en soportes materiales como las películas, los libros…etc. y el periodismo es Bambi, un ciervo en constante persecución por las instituciones que intentan exhibir su cabeza en el hall.

The Newsroom ha demostrado ser una serie muy aprovechable por su disertación sobre un oficio que sostiene los mimbres de toda la conexión internacional (sin unos profesionales cualificados que comuniquen adecuadamente las noticias, la confusión ejercería libre su mandato), con un ritmo endiablado tan propio de la profesión periodística y oasis estratégicamente creados por Sorkin con líneas cómicas y pausas dramáticas.

El último episodio de The Newsroom, fue como si Cézanne volviese al mundo terrenal y rellenase los famosos espacios en blanco de muchas de sus obras, que señalan la vana búsqueda de la perfección igual de ilusoria que la búsqueda de la objetividad. Pero no por ello el afamado pintor ni los periodistas, dejamos de intentarlo.