Una comedia desenfadada que no está exenta de metáforas y de búsquedas vitales, y que al menos nos hará pasar un buen rato.
Lo que determina el origen de una película a veces es incierto y peculiar, pero muchas veces los directores escarban en sus raíces y su pasado para encontrar una historia que aquí en Kaplan es una realidad, su director Álvaro Brechner indagó en la vida de su abuelo y de ahí pudo sacar un relato de ficción que tiene muchas raíces personales.
Jacobo Kaplan vive en Sudamérica aunque ahora es su ciudad habitual sus orígenes son judíos y tuvo que huir de su país después de la Segunda Guerra Mundial, algo que ha marcado sus días. Ahora ya retirado con una vida sosegada, y más que quiere su familia que sea, busca algo de entretenimiento para llenar sus horas. Por casualidad un día se topa con alguien que cree reconocer del pasado, un alemán que le hace recordar días no muy felices y se convierte en una obsesión por capturarle. Para ello cuenta con la ayuda de un policía retirado que su familia le ha puesto como persona de compañía, lo que comienza como un juego será finalmente un retrato vital para conocerse más y entender lo que le rodea.
Kaplan es una historia de pequeños perdedores, ante la sociedad, que buscan su hueco en el terreno de la autoestima y de seguir viviendo con dignidad y con sus principios. Lo que a priori se presente como algo trascendental puede acabar en una comedia desenfadada que no está exenta de metáforas y de búsquedas vitales, pero que al menos nos hará pasar un buen rato.
La sencillez y pequeñas historias es una marca de identidad de Álvaro Brechner, ya lo hizo en Mal día para pescar, y ahora con su segundo film, Kaplan, ha vuelto a repetir su seña de identidad marcando a los personajes con un hierro ardiente de vidas que se esfuman y que quieren rememorar queriendo dejar su huella en el camino.
Además incluye como metáfora que no hay perdedores, aunque en un principio se enfoque de esta forma, si no que es una búsqueda de identidad ante ellos mismos y la sociedad que prejuzga antes de conocer todos los detalles de cualquier situación.
Todo esto mostrado también desde la mirada de la obsesión por el pasado y buscar respuestas a los acontecido con anterioridad. Bien es verdad que las historias de alemanes y judíos últimamente está muy presente en el cine, con lo cual Kaplan no resulta sorprendente ni original lo narrado, pero si está retratada de una manera más informal y en tono cómico pero nunca tirando por tierra lo importante de la historia.