Crítica de For The Living
Una postal algo cochambrosa y endeble, que además necesita recurrir a la violencia gratuita…
La Sociedad es un anfitrión cuidadoso y hasta cierto punto, maniático. Nos invita a su morada, pero a cambio nos impone un decoro.
Unas condiciones y un personaje que debemos interpretar si queremos permanecer en ella.
For The Living (dirigida por el debutante Colin Floom) es un drama indie sobre esas reglas escritas o no que regulan las relaciones sociales en todos los espacios, fijando más su mirada en el ámbito familiar. Así, el resultado es un hermano impulsado por ese propio entorno social a buscar una venganza que en su interior no deseaba y una pareja que debe enfrentarse al “qué dirán” diariamente, tras un obvio asunto de maltrato físico.
La localización de esta película no es casual. El ambiente frío y pardusco, deprimente y localista al mismo tiempo (un pueblo en el que todos se conocen) no hace más que acrecentar esa presión social sobre los personajes, que dejan de obrar por sí mismos y son marionetas de la colectividad. Es impensable un filme con este argumento en una gran ciudad, donde existe el decoro pero los lazos que nos unen con las demás personas son mucho más impersonales, producto de la individualización.
No obstante, For the living es una postal algo cochambrosa y endeble, que además necesita recurrir a la violencia gratuita en vez de a las líneas de guión y el diálogo para avanzar a la siguiente escena.