Gracias a Contracorriente Films y Diversa hemos disfrutar en Cineralia del pasado Premio del Público del Festival de Málaga.
Hablamos de Techo y Comida que también se alzó con el premio a la mejor actriz para Natalia Molina.
Rocío es una madre soltera, que se encuentra sin trabajo y sin ningún tipo de ayuda. Vive con su niño de ocho años en un piso alquilado, que debe desde hace meses, el casero le ha amenazado con echarla a la calle ya que tiene un hijo también en el paro y necesito el piso. Rocío pide ayuda a los asistentes sociales de Jerez de la Frontera, pero éstas no llegan, y para subsistir realizar trabajos esporádicos muy mal pagados e incluso vende objetos de segunda mano.
Natalia de Molina nos regala una estupenda interpretación, segura de sí misma, un personaje con mucha rigidez para la edad que encarna, no nos puede enseñar una sonrisa, y en todo momento debe mantener una postura que le aumente incluso su edad. Distante y amarga su vestimenta emocional en todo momento, que no le permiten ningún desliz, los avatares de la vida se lo han marcado.
Puede que sí, que el director haga hincapié en el factor humano y busque el lado sentimental de los hechos, pero es inevitable no buscarlos, los actos lo requieren, de hecho se centran en ello, viendo como todo lo que le rodea va cayendo empicado en un derrumbe sin retorno. La película no busca la calidez, sino todo lo contrario la dureza de la realidad y plasmarla con veracidad y sin tapujos.
El guión está engarzado de tal manera que logra que el espectador esté en todo momento conectado con la protagonista y se ponga en su piel, pensando lo que haría en cada situación y ahí es cuando nos sorprende, pues los quiebros y giros aparecen muy a menudo sorprendiendo gratamente, para que todo no nos parezca tan lineal ni previsible.
Muchos primeros planos donde Natalia de Molina está constantemente expuesta, hablando sin texto, expresando y diciéndonos todos sus sentimientos con esa mirada fría y desencajada, a la vez que perdida pero siempre sin perder la cara de inocencia y niñez.
Espléndido en todo momento cómo se plasman esos trabajos basuras, incluso ante las autoridades, de los que muchos se aprovechan, para que unos pocos mal vivan no está de más que se muestre muy de vez en cuando para que seamos realistas con nuestro panorama laboral actual y que acarreamos de años atrás. En Techo y comida se muestran varias crisis las económicas y las emocionales, así como que no solo se queda en retratarnos la crisis del personaje principal, si no que visiona todo lo que hay a su alrededor.
Hay planos que desde luego me parecieron estupendos, cuando sin mostrarlo hacen que no se vean los estamentos y posibles ayudas en pantallas, hacen ver el desamparo que tiene la protagonista y por consiguiente la sociedad en sí. Ver al personaje hablar con alguien, que se le oye pero no se le ve, se palpa la falta de protección necesaria ante las situaciones adversas y sobre todo el tacto necesario para ello.
Techo y comida contiene una gran denuncia social que no tiene que quedar en el olvido y que quedará en nuestras retinas por mucho tiempo, puede que por muchas razones sea una cinta que llegue más a las mujeres pero la sensibilidad que lleva es para todos y personalmente hoy en día la veo más que necesaria para reflexionar por su contenido que lamentablemente está muy de actualidad.