Crítica de Secretos de Guerra
Puede enmarcarse en un drama bélico de corte adolescente y aventuras con pinceladas de comedía.
Aborda valores como la amistad, la lealtad, el compromiso y la solidaridad, valores que llegarán a sorprender a esos jóvenes a los que está destinada.
Que estupendo es volver a encontrarse con un cine de valores, con ese cine que tiene que estar en los rincones habiliitados para secretos en los colegios en los que se quiera fomentar los principios básicos más importantes que tienen que darse en la infancia, lejos de esos que se ambicionan ahora, solo pensando en el éxito personal intentando imitar a los ídolos futbolísticos que tantas frustraciones ocasionan en los muchachos dejándolos vacíos de contenido y llenos de decepciones desde muy pequeños.
En Secretos de guerra como en otras muchas de su género como La vida es bella de Roberto Benigni, Cinema paradiso, El niño del pijama a rayas, La guerra de los botones o incluso La ladrona de libros, recursos educativos a través de cine que ayudan a ver la vida de una manera más empática a nuestros descendientes con la a veces vaga ilusión de aportarles un gota de esperanza sobre lo que les espera, un mundo competitivo donde salir a luchar.
Ambientada en un pueblo holandés bajo la ocupación nazi dos amigos Tuur y Lambert crecen en un aparente y armonioso pueblo sin que a ellos los afecte que el padre de uno sea alcalde pro-nazi y el padre del otro sea miembro de la resistencia, no será hasta la llegada de una niña nueva al colegio cuando esa frágil inocencia que los aborda y esa férrea amistad que los une se vea tocada por un secreto que guarda la niña y que participa a uno de ellos.
Con una gran fotografía esta película puede enmarcarse en un drama bélico de corte adolescente y aventuras con pinceladas de comedía. Es muy rico porque aborda valores tan importantes en la juventud como la amistad, la lealtad, el compromiso y la solidaridad, valores que llegarán a sorprender a esos jóvenes a los que está destinada la película porque serán testigos de una parte más de la historia de La Segunda Guerra Mundial haciéndoles ver de lo que es capaz el ser humano por el echo de ser de otra creencia, raza o por no tener la misma opinión y ni siquiera por eso, si no por el sin sentido que la guerra ya de por sí ofrece.
Atentos a los padres porque a sus hijos se les puede crear ya una serie de interrogantes que igual tienen que explicar, pero merece la pena como algo didáctico y que remueve en sus cándidas conciencias ayudándoles a ser mejores personas o al menos intentarlo.
En Secretos de Guerra Dennis Bots ha sacado un muy buen partido a sus pequeños actores que de pequeños solo tienen el tamaño porque interpretativamente son gigantes, trasmiten con profesionalidad cada uno de los estados en los que se ven envueltos y traspasan a cámara llegando a los corazones de los pequeños de la casa.
Sin duda una gran lección y una oportunidad para sentarse padres e hijos a disfrutar de una tarde de cine familiar con Secretos de Guerra.