El conjunto convence, sobre todo por sus diálogos que acompañan con buena sintonía a los actores.
Mucho recorrido cinematográfico tiene las películas de vidas cruzadas en una ciudad, recordando por ejemplo a Grand Canyon de Lawrence Kasdan hasta nuestra maravillosa Magical Girl de Carlos Vermut, antes y después de ambos casos citados hemos tenido muchos más. Todas llevan implícito mucho más de lo que a priori aparentan, y Rumbos de Manuela Burló no iba a ser menos, además es una road movie circular donde todos los personajes se unen en tramas localizadas al volante durante una sola noche, pocas horas para contar mucho.
Es una noche de verano cualquiera en una gran ciudad, o no, donde los ocupantes de dos coches, una ambulancia, un taxi, un autobús y un tráiler se esconden entre las paredes de su medio de transporte para soltar el lastre de sus vidas, sus anhelos y sus deseos. Conversaciones entre un taxista enamorado, dos adolescentes en busca de aventuras, una mujer abandonada, una esposa harta de pasar las noches solas, dos conductores de ambulancias uno de ellos un amante vital y el otro sin saber pasar página y un camionero que ha encontrado su primer amor y no sabe cómo decírselo a esa mujer que necesita más cariño incluso que él.
Hay que decir como crítica favorable que aunque la directora Manuela Burló Moreno está mucho más ducha en la comedia, aquí en Rumbos, un drama utilizando las historias cruzadas, ha logrado un trabajo de compostura a remarcar, donde el drama sobresale excelentemente, haciendo relucir a los actores, pero sin olvidar los toques irónicos y sarcásticos que la propia impone y que el ser humano usa como escudo y defensa del dolor propio.
Un arranque estupendo con una Pilar López de Ayala, radiante en su papel de inocente novia abandonada, que da pie a que cada historia se construya con sobriedad y con el hilo conductor que cada trama tiene y que narra con buen tino la directora y guionista.
Karra Elejalde adquiere el relevo de López de Ayala en la segunda historia ambos se fusionan en conversaciones con enganche, que te rememoran la anterior escena, ya que queda grabada desde el primer instante, y ahora de ahí en adelante los siguientes personajes irán mostrando su personalidad con pequeños detalles, como los sorbos de los buenos vinos.
Miedos, verdades y formas distintas de querer a alguien, incluso a uno mismo y la vida las que reflejan en cada uno con un guion que viene y va de protagonista en protagonista y volviendo a él, para comprobar las diferencias y similitudes. Todo con una unión y ritmo bien elaborado y sobre todo fundamentado en la base emocional con cada historia y respaldado por las interpretaciones nada histriónicas, sino más bien sosegadas, irradiando credibilidad.
Sí, por momentos pueda tirar de tópicos, pero el conjunto convence, sobre todo por sus diálogos que acompañan con buena sintonía a los actores. Ellos hacen aquí un trabajo de retención, explicando con gestos y miradas contenidas lo que queda pendiente de contar y así poder unir las cinco historias que forman Rumbos.
Reflexión de fondo sobre la importancia de la comunicación, el dejar de la lado las rutinas y poner énfasis en los deseos no alzados en voz alta que hacen que los sentimientos mueran. Una alegoría del amor, el correspondido pero acompañado de la búsqueda la felicidad.
Hay un balance equitativo de la palabra verdad y mentira, de la suma de ambos y de la importancia de cada una en un momento determinado. La necesidad de abrir los ojos a la vida y a lo que se tiene al lado, escuchando para no echarse las manos a la cabeza con el tiempo, indagando en lo más importante de las personas que no se proyecta, destacando que hoy en día prima el individualismo en nuestra sociedad, crítica con fundamento.
Todo está filmado con la discreción del ojo que todo lo mira pero sin juzgar. Captando miradas y gestos por parte de la cámara, casi siempre fija, en esos personajes que se van proyectando poco a poco en pantalla. El discurso que se desarrolla, aunque por momentos está potenciado por el drama que cada uno esconde, no está exento de las escénicas cómicas y han sido introducidas con eficacia para no exagerar las situaciones.
Vi Rumbos y me gustó mucho, me falta la mención a los diálogos y a las geniales actuaciones de los actores