El director de «De tal padre, tal hijo», «Nuestra hermana pequeña» o «Still Walking» nos deleita de nuevo con su nuevo trabajo.
Cada año se espera ya un trabajo suyo, de Hirokazu Koreeda, que nos regala unas películas donde la sentimentalidad aflora con la franqueza de la trama y con un guion bien estructurado y desarrollado.
Con «Después de la tormenta» vuelve a su temática fetiche, la familia, y a un personaje ausente siendo finalmente el principal, el padre, puro homenaje, según él propio director.
Ryota tuvo un buen comienzo como escritor, pero su brillante carrera se quedó estancada, aun así la imaginación la sigue teniendo, pero la invierte en otras vertientes no tan creativas. Su matrimonio se rompió por su inestabilidad, y ahora se mantiene trabajando en una empresa de detectives privados, sin llegar a fin de mes, sin poder pagar la pensión de su hijo por su mala cabeza, por gastar todo el dinero en juegos de azar. El quisiera volver a tener la familia que tuvo, pero ya todo está perdido, aunque las inclemencias del tiempo, un tifón, harán que su ex mujer, su hijo, su madre y él compartan una noche el mismo techo.
El director Hirokazu Koreeda vuelve a incidir en la figura paterna, en la familia en sí, dando especial relevancia a la influencia de los actos sufridos en la personalidad, en el proceso de comprensión de los demás, justificados o no, hasta encontrar no la verdad pero si la razón de cada uno en sus actos.
En «Después de la tormenta» reitera en la relación padres e hijos pero dando la relevancia fundamental en la visión materna, soporte imprescindible en el proceso narrativo que utiliza. Pero no solo aquí la filmografía japonesa tiene ese don, de parecer que la mujer no tiene voz, pero finalmente darle una gran voz.
Vuelve a contar con actores que ya dieron luz a sus anteriores películas, no repitiendo patrones pero si aprovechando lo mejor de cada uno en lo previo para ensalzar al actual personaje. Interpretaciones que son muy contenidas por lo que esconden en sus vidas, por lo que anhelan, o por lo que sufren.
Koreeda utiliza ese trazo tan sutil en su filmografía de buscar a sus personajes por la espalda, como si la cámara fuera un audaz espía buscando sus pasos y sus metas, en esas secuencias se fraguan la gran exposición de la gran debilidad de cada uno de ellos que con el tiempo se podrá convertir en su mayor aliado, el descubrimiento de su propio fondo y forma ante la vida.
Detalle tras detalle, nos muestra sigilosamente y con bastante ironía intimista, lo cual se agradece, el renacer de las luces que nacen de las sombras, el despertar de los personajes en la realidad y no en su mundo.
Su lenguaje coloquial combina a la perfección con las imágenes llanas, sin más intención que mostrar la gran naturalidad en las personas, con sus pros y contras. En «Después de la tormenta» Hirokazu procura no juzgar si no enviar mensajes al espectador para que cada uno se haga su compostura de los personajes y que interprete a su manera sus actos, justificables o no. Batalla interna en esas mentes que plasma, de una lucha por lo que no se hizo y pudo haber sido.
Pero en todo ello como siempre utiliza la delicadeza, la prudencia de la expresión oral y visual, siendo cauto pero intenso al mismo tiempo, provocando emociones contenidas que revuelan en todo momento con sinceridad.
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