Puntuación:
Buena entrega de la franquicia que, sin embargo, está lejos de ser una gran película de terror.
El director Wes Craven y el guionista Kevin Williamson crearon en 1996 un divertido homenaje/parodia a las películas slasher con Scream. El largometraje conseguía funcionar tanto como película de terror como comedia, logrando así una obra única que se alimentaba de guiños y citas a películas clave del género, pero lo hacía con un punto de sana ironía. La formula se ha ido repitiendo, aumentando más si cabe el tono metacinematográfico, aunque haya sido a costa de aumentar las referencias a la propia saga en sí.

Scream (2022) supuso un nuevo comienzo, aunque sin apartarse demasiado de las líneas marcadas por el fallecido Wes Craven. Jóvenes actores tomaban el relevo de los ya talluditos intérpretes supervivientes de las cuatro primeras cintas, mientras que los realizadores Matt Bettinelli-Olpin y Tyler Gillett, autores de la celebrada Noche de bodas, se ponían a los mandos de la franquicia. El resultado fue un sonado éxito de taquilla, aunque la película no alcanzaba la calidad de la película original del que era una mezcla de remake y secuela.
El dúo de cineastas se pone a los mandos de Scream VI, una nueva entrega que no duda en homenajear a Scream II al ambientar los asesinatos de Ghostface en un campus universitario. Los ingredientes son casi los mismos que su antecedente, aunque se aumenta más las raciones de sangre, muertes y autorreferencialidad. Bettinelli-Olpin y Gillett también imprime más tensión al conjunto y la película se libra de cierta linealidad de su predecesora. Eso sí, el espectador tiene que conocer bien la saga para apreciar los muchos guiños a cada una de las entregas de la serie.

No obstante, aquellos que no sean fans pueden verse algo perdidos. Por otra parte, la cinta no duda en acudir a todo tipo de argucias más o menos fáciles y efectistas de los slasher para sorprender al espectador. En este aspecto, se escuda en su componente metacinematográfico como excusa para hacer trampas.

En definitiva, Scream IV es una buena entrega de la saga, aunque esté lejos de ser una gran película de terror.