Puntuación:
Los hermanos Russo ofrecen un efectista trabajo visual que se derrumba narrativamente.
Los hermanos Anthony y Joe Russo han conocido el éxito con sus adaptaciones del universo Marvel para Disney: Capitán América: Soldado de Invierno, Vengadores: Civil War, Vengadores: Infinity War y Vengadores: Endgame. Sin embargo, no han tenido tanta suerte con sus películas para plataformas como Cherry, realizada para Apple Plus, o El agente invisible, producida para Netfix. Ahora vuelven a trabajar para está última con Estado eléctrico, adaptación del libro ilustrado de Simon Stålenhag.

Herman (voz de Anthony Mackie), PopFly (voz de Brian Cox), Mr. Peanut (voz de Woody Harrelson), Michelle (Millie Bobby Brown), Penny Pal (voz de Jenny Slate) y Keats (Chris Pratt) en Estado eléctrico ™/© 2024 Netflix.
Como casi siempre en la fraternal pareja, disponen de un presupuesto estratosférico, más de 300 millones de dólares, y un equipo técnico y artístico de impresión. Aquí destaca un diseño de producción y unos efectos visuales que recrea a la perfección un mundo postapocalíptico que tiene lugar en los años noventa, donde los robots han sido desplazados después de una cruenta guerra y los humanos viven una particular doble vida gracias a unos drones que les permiten estar trabajando y descansando a la vez. Por otra parte, cuenta con un elenco de estrellas del calibre de Millie Bobby Brown, Chris Pratt, Ke Huy Quan, Stanley Tucci, Giancarlo Esposito y Colman Domingo, entre otros, a los que hay que añadir los nombres de Brian Cox, Anthony Mackie y Billy Bob Thornton, que prestan sus voces en la versión original inglesa.

Sin embargo, su película parece más preocupada en ofrecer un espectáculo deslumbrante en lo visual que en ofrecer un largometraje narrativamente eficiente. El guion, firmado por Christopher Markus y Stephen McFeely, nos ofrece una historia confusa y llena de agujeros a pesar de contar con una trama relativamente sencilla que nos muestra las peripecias de una adolescente y un particular estraperlista que pretenden encontrar al hermano de la chica que había sido dado por muerto con la ayuda de unos simpáticos robots en una Tierra devastada.
Por otra parte, como suele ser habitual en el cine estadounidense actual, subrayan con palabras la moraleja de la película, que aboga por el regreso a unas relaciones más estrechas en un mundo obsesionado por las pantallas, lo virtual y los vínculos afectivos a distancia. De nuevo, parecen minusvalorar a su público, pensando que no puede sacar conclusiones por sí mismo.
Por si fuera poco, el único personaje que queda mínimamente perfilado es el de la chica protagonista, a la que da vida Millie Bobby Brown, mientras que el de su compañero, al que da vida Chris Pratt, parece casi en una mera comparsa cómica que recuerda lejanamente al Han Solo de Star Wars.

En definitiva, Estado eléctrico es un espectáculo vistoso, pero, como tantos otros blockbusters, parece olvidarse en dotar de verdadera energía y sentimiento aquello que cuenta.