Arranco esta crítica avisando de mi falta de neutralidad y de un punto de vista totalmente condicionado por dos factores que determinan mi ausencia de objetividad con esta película en concreto.
Uno que soy un fiel seguidor de javier Cámara, hace poco comentaba lo injusto del cine y la poca consideración hacia este pedazo de actor, para mi uno de los grandes de nuestro cine y que ojalá algún día se le considere como se merece.
Y dos que tengo una devoción sin límites hacia el cine de sentimientos, el cine que te hace reir, llorar, que te implica y te hace sentir parte de la historia, del que deseas que nunca termine. De personajes perdurables en la memoria. Esto me lleva en algunos casos a perdonar algunos defectos guiado por la emoción.
Y esta película los tiene pero no voy a ser yo quién los ennumere, la sencillez pero efectividad de la historia, los personajes que uno tras otro te roban un trozito del corazón, son capaces de sobreponerse a todos esos lastres y recompensar al espectador con un largometraje que sale del alma.
Tiene momentos dramáticos, aunque domina la comedia, tratados con espabilo que aún en ocasiones rozando la ñoñería conservan un toque de frescura con identidad propia y con ligero sabor a ‘Los lunes al sol’ pero sin amargar.
La risa es legal, a veces poco recurrente, pero funciona, y las situaciones cómicas no suenan a falsas y repetidas aunque a veces lo sean, divierten y sorprenden en casi toda la cinta.
Y como colofón a esta reunión de amigos en un pueblo minero con motivo de la muerte de uno de ellos es resultona, entretiene y hace reir. Recomendable película española, con sus defectos.
6,7 sobre 10.
Rafael Calderón Luna.