El Director de cine Británico Terence Davies, suma una obra más a su escueta carrera cinematográfica. Se trata de una adaptación sobre la obra de teatro con el misma título, del dramaturgo Terence Rattigan. No recomiendo esta película a quienes busquen un rato de diversión para hacer más amena la vida… esta película busca la integración del espectador de forma voluntaria. Si se consigue, ‘The Deep Blue Sea’ te hablará de la crudeza del amor, de la desgracia de la no correspondencia del ser amado.
Su estética visual emite una emoción melancólica y un desconcierto algo incomodo, que juega en todo momento con el tono de la historia. La compleja narración utiliza una y otra vez los pasos en el tiempo entre el presente y el pasado. La protagonista se mete en una especia de “caja oscura” en la que para encontrar la salida, tendrá que apostar y arriesgarlo todo.
La música (que no la banda sonora) que suena tanto de forma diegética como de forma extradiegética, es el mejor recurso que posee la película para dar ese impulso necesario a este tipo de cine y no perder el hilo. Hay que destacar el fantástico prologo con una bellísima composición musical a golpe de violín.
Hester Collyer (Rachel Weisz) es la esposa de un reputado juez inglés llamado William Collyer (Simon Russell Beale), al que quiere pero no ama. Debido a la postura social que posee su marido, Hester es una mujer que dispone de todo cuanto quiere. Pero como suele pasar no es feliz con lo que tiene… Hester conoce a Freddie Page (Tom Hiddleston), un ex militar de la RAF. Hester y Freddie empiezan una relación extraconyugal marcada por la pasión.
Durante unos meses todo parece ir bien. Pero entonces William, el marido de Hester, descubre el amor secreto de su esposa. Es aquí cuando la historia empieza a ponerse cuesta arriba y donde Hester pierde todas sus fuerzas para subirla. Llegando incluso al intento de suicidio. Hester arriesga, hace su apuesta y pierde… A pesar de ello, el final no es melodramático.
La vida para los protagonistas es como es y las cosas siguen hacia delante sin dar muchas explicaciones. De repente perdemos la pista a nuestros protagonistas y las luces de la sala se encienden… No es que ‘The Deep Blue Sea’ deje un amargo sabor de boca, es que su desarrollo nos invita a reflexionar sobre la parte mala del amor. Esa parte que a ninguno nos gusta sufrir y que tan inevitable es en algún momento de la vida. Es por ello que al final de la película la sensación que esta deja es de tristeza y frialdad.