lunes , febrero 17 2025

Días de pesca en patagonia. Naturalismo argentino

Crítica de cine. «Días de pesca en Patagonia».

La cinematografía argentina contemporánea no se caracteriza especialmente por su acercamiento al cine llamado “de género”, sino por un cultivo profundo de un tipo de película social que tiene muy en cuenta el ambiente en el que suceden las acciones y viven los personajes, normalmente seres de clase media o baja que tienen que lidiar con problemas cotidianos con los que todos podemos identificarnos. Seguramente sea por el auge de esta tendencia por lo que «Días de pesca en Patagonia», última película de de Carlos Sorín, el estilizado suspense “El gato desaparece”, sorprendió a propios y extraños al sugerir quizás un cambio de rumbo en la trayectoria del director, oriundo de Buenos Aires, y cuyo primer filme “Historias mínimas”, ambientado en la Patagonia, da ya una idea del cine pequeño, naturalista y centrado en los personajes en el que se ha venido especializando.

Banner de Días de pesca en Patagonia

Una vez vista su nueva película, “El gato desaparece” se revela no como la puerta a una nueva etapa sino como un pequeño experimento, dado que en “Días de pesca en Patagonia” (que aquí se estrena el 15 de marzo), Sorín vuelve al estilo por el que ha sido reconocido, narrándonos una pequeña gran historia encuadrada por los monumentales, eternos, paisajes de la Patagonia argentina, lugar de encuentro de la mayoría de los personajes de sus películas.

El tono naturalista y reposado con el que se nos narra la fortuna (y el infortunio) del ex alcohólico Marco, un Alejandro Awada perfecto en su emotiva contención, entronca perfectamente con los cotidianos hechos, no exentos de un dramatismo “con los pies en el suelo”, lejos de exageraciones o efectismos, con los que todos podemos identificarnos: los protagonizados por un urbanita de mediana edad que viaja a la Patagonia para tomarse unas vacaciones, pescar algún que otro tiburón (subtrama intensa que navega entre el humor y la tensión) y, sobre todo, poder visitar a su hija, a la que hace años que no ve. Tratándolo todo con una sutileza exquisita y un admirable buen ojo para los pequeños detalles (el peluche que canta; los diálogos, aparentemente irrelevantes pero en realidad llenos de vida, entre los pueblerinos; el momento operístico del protagonista que llena de lágrimas los ojos de su hija), Sorín nos ofrece otra “mínima historia” de esas que tan bien sabe facturar.

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Un ambiente particular que el director crea, por ejemplo, mediante el uso de actores no profesionales (choca enterarse de que absolutamente todos los variopintos secundarios con los que se va encontrando el protagonista – desde un pescador de tiburones hasta un entrenador de boxeo femenino – están interpretados por gente que no se había puesto antes frente a la cámara) que dotan de un ritmo cotidiano e imperfecto, imposible de alcanzar por intérpretes de oficio, a todo el asunto (aunque esto no les quite ni un ápice de mérito a Awada y a la actriz que interpreta a su hija, Victoria Almeida).

Un abanico de personajes que se van repartiendo a lo largo de una trama que empieza de manera casi cómica, sobre todo relajada, al situarnos tras los ojos de este señor acomodado que a estas alturas decide ponerse a explorar la Patagonia (el interludio en el que unos jóvenes le preguntan por qué no ha visto mundo como punto central de esta parte); pero que a partir del momento en el que descubrimos los dolores que le atormentan desde el pasado (brutal la discusión, a una sola voz, que tiene con su hija) deriva hacia una estructura mucho más tensa, en la que casi podemos ver al protagonista, por momentos, sobre la cuerda floja.

Liberándose de todo esto con un final esperanzador, esta pequeña joya (no llega a la hora y media de duración), «Días de pesca en Patagonia’ es un ejemplo más del buen cine independiente, pequeño y social, que en Argentina se han especializado en producir, y que navega lejos de las barrocas producciones que suelen copar nuestras carteleras.

Crítica de cine de Ricardo Jornet.

Acerca de Rafael Calderón

Crítico de cine, Director y Redactor jefe en Cineralia. Admito que soy un enamorado del séptimo arte que no duda en recordar que como dijo aquel, "Nadie es perfecto"

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