Crítica de cine de «Una Canción para Marion» que se estrena en nuestras carteleras de cine este viernes 26 de julio.
Está dirigida por Paul Andrew Williams y llega de la mano de Vértigo Films que en esta ocasión ha apostado por una tragicomedia que seguro que llegará al corazón de muchos.
Marion (Vanessa Redgrave) está muy enferma, pero ella no se acobarda y sigue con su vida normal y con su afición: cantar en un coro de aficionados que es llevado por una voluntaria llamada Elizabeth (Gemma Arterton). Su marido Arthur (Terence Stamp) no le tiene mucha simpatía a estas salidas, porque ve como le consumen su energía y llega al final del día agotada, pero para ella, la música y sus amigos es vitalidad, la necesita como si fuera su terapia.
Arthur no tiene muy buena relación con su hijo James (Christopher Eccleston), pero no le queda más remedio que pedirle ayuda en momentos puntuales aunque no lo haga de la manera más correcta. Marion empeora y el mundo de los que tiene a sus alrededor se tambalea, sin saber compenetrarse entre ellos cuando el vínculo de unión falla.
Cada mirada, cada frase, cada secuencia de «Una Canción para Marion» es un zarpazo y un dardo agridulce al corazón para engancharte en la melancolía y en el recuerdo de muchos que se fueron, y en el amor que te dejaron. No es sufrimiento es anhelo que a veces hace que las lágrimas sean de alegría por ver las vivencias de otra manera, desde otra perspectiva que no se tenía entonces.
Exponer los sentimientos a través de los enfrentamientos familiares puede que sea un arma fácil para un guionista, pero puede tener doble filo y le salga mal, que todo se vea demasiado cantado, y aquí el guión está tan bien diseñado paso a paso delineando cada personaje que aunque veas venir el desenlace te emocione cada escena, cada alegría y dolor interno expresándolo con las miradas simplemente, enamorándote desde el primer instante de cada uno ellos.
He de decir que los diálogos a veces cortantes (se nota el humor inglés que en este caso le va a la perfección y lo han sabido utilizar muy bien el director) son muy interesantes y se muestra como con pocas palabras se pueden decir muchas más cosas que con una gran verborrea; las miradas y los largos silencios nos cuentan cosas mucho más intensas y que nos llegarán.
Una de las claves principales de «Una Canción para Marion», para llegar al espectador , es tocar la fibra sensible (sobre todo si vas como yo sin saber el argumento de la película y te coge por sorpresa) y lo hace desde el primer momento, aquí la que suscribe este texto lo sufrió y disfruto a partes iguales durante todo el metraje porque no hay nada más bonito además de enriquecedor que unas imágenes te hagan revivir partes emotivas de tu vida o te hagan reflexionar sobre la historia que se nos cuenta y si es con lágrimas bienvenidas, pero ojo que también tuve mis momentos de risas, porque la parte irónica y sarcástica de la vida te puede sacar una sonrisa incluso en la peor de las situaciones.
Cuando el prójimo, como diría aquel, te ayuda en momentos importantes de tu vida, y hace ver a los que tienes más cerca lo que realmente es importante en determinados instantes, ves que no todo está perdido que queda alma en el género humano. Porque la vida es así, golpe tras golpe, alegría tras alegría, vivirla en el momento sin dar marcha atrás y sin pensar en lo que uno puede hacer o no puede hacer, si no disfrutar de lo que a uno le guste y le enriquezca para llenar los días que nunca más volverán.
Porque así son los compañeros de Marión en el coro, un referente para su marido, una ayuda y una terapia para ella que la ven como una valiente, como una superviviente que quiere luchar y disfrutar con lo que hace, cantar, porque sabe que un día eso ayudará a los que mas cerca tiene, aunque ellos no lo quieran ver.
Cuando se va un ser querido como es el caso de la cinta, cada familiar reacciona de distinta forma, y aquí es algo que s aflora a la perfección entre padre e hijo que se lo toman de distinta manera, pero a la vez el fondo es el mismo, querer aferrarse a ese pasado que para ellos fue mejor. Y como siempre los reproches nacen, crecen y producen distanciamiento, solo el tiempo, pondrá en su lugar todo lo que concierne a los sentimientos y a los anhelos.
El guión de “Una canción para Marion” está tan bien hilado, que los actores parecen que van rodados, que no hay trabas para ellos y todo fluye con una gran normalidad y afinidad con el espectador. Los actores veteranos le dan un empaque espectacular a cada escena, a cada frase, aportando su experiencia a los más jóvenes que desde luego se ven reforzados por su calidad.
Una Crítica de cine de Susana Peral.
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