No hay mejor plan para un cine en verano, que recrearse con una comedia, y si es francesa mejor que mejor, son muy hábiles con este género que suelen saber llevar a la perfección; y la semana pasada se estrenó «Llévame a la luna» del director Pascal Chaumeil, viniendo avalada por los productores de la ya taquillera “Intocable”.
Isabelle Lefebvre (Diane Krüger) tiene una relación estable con su pareja, pero no se han casado, ahora ha llegado la hora de tener hijos pero su novio no quiere tenerlos si no están casados ya que su familia es muy tradicional. Este aspecto es algo que pone en jaque a Isabelle, porque en su familia hay una maldición que todas las mujeres siempre han fracasado en su primer matrimonio, y ella no quiere que sea así. A su hermana se le ocurre un matrimonio de conveniencia y un divorcio rápido para que de esta manera su boda con su pareja sea la segunda y quede fuera de su mal fario. Sale en busca de esa persona que no le importe casarse y divorciarse en un tiempo record y en el camino se cruza con quien en un primer momento resultó ser un compañero de viaje insoportable Jean-Yves (Dany Boon) a quién filamente seguirá para que sea su salvación en el amor.
A estas alturas de la historia y en nuestra época que todavía sigamos creyendo en maldiciones o tradiciones familiares tales como las supersticiones de nuestros ancestros parece un poco demodé pero parece ser que no es así que todavía existe de todo en esta vida, y que las secuelas familiares parecen seguir vigentes en nuestras días, y si creemos en el destino muchos más y mezclado con el amor, aquí la protagonista lo ha demostrado queriendo buscar su futuro como no lo hicieron su madre y hermana y así no caer en la maldición de perder a su amor querido.
Pero el trasfondo es grande en «Llévame a la luna», también encontramos lo superficial, lo banal de las personas que no parecen ser pero que en el fondo lo son, con la simpleza de la existencia y la grandeza de la supervivencia pura y dura por su meta y por su desafío en no caer en algo que le puede estropear su futuro, pero que en el fondo se ve tan liviano que parece absurdo pero para quien lo sufren es importante. Me parece egoísta y superficial porque no me mide las consecuencias, no piensa en los demás solo en ella misma.
Por tanto, podríamos dilucidar que la importante de la vida y de las metas en la misma son tan diferentes en cada persona, que podríamos escribir una historia con cada una, aquí la historia es cómica con tintes egocéntricos por supuesto, aunque finalmente todo se vuelve en su contra.
“Llévame a la luna” es una comedia ligera para pasar casi dos horas de entretenimiento donde la mente puede volar en la imaginación del espectador, y donde lo visual también es importante. Destacar el comienzo de la cinta con esa cena navideña nada desdeñable y que comenzando como patética e irrisoria para muchos comensales, finalmente sale a relucir una historia de amor, que muchos querrían tener, aunque las idas y venidas fueran dignas de una ficción inventada, pero cuidado que en este mundo nada es imposible y a saber lo que el género humano puede hacer por sobrevivir en el amor.
La compenetración de los actores es muy importante en una comedia, y aquí los dos han sabido llevar perfectamente el ritmo en cada momento. Aunque la historia requiere de una lentitud en un primer paso, quizá no tan normal en la comedia, es necesaria para introducir al espectador en la trama. Luego ya vendrán las risas y las anécdotas de esos viajes por Tanzania y Rusia donde se muestran a los dos protagonistas.
Una Crítica de cine de Susana Peral.
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