Aterrizó en nuestras carteleras de cine este fin de semana del 30 de agosto «Paraíso: Esperanza» la tercera entrega de la trilogía de Ulrich Seidl.
En «Paraíso: Esperanza» Melanie Lenz es enviada por su madre a un campamento de verano de adelgazamiento. Durante todo el verano estará inmersa junto con sus compañeros en clases dietéticas y de gimnasia. Pero descubrirá un mundo nuevo para ella, chicas con más vida que ella, su primer amor de adolescente, que será con una persona mucho mayor que ella, y que pondrá al mismo tantas ganas de llevarlo a cabo como de poner límites a la aventura, por ver las diferencias que les separan, algo que ella nunca hubiera imaginado en su primer amor.
Una de los sentimientos más fuertes que uno ve reflejado en esta cinta, es la necesidad de amistad, de afectividad, de verse reflejado en otra persona, de poder comprenderse y sobre todo hablar, por qué lo mejor de cada personaje sale cuando habla, porque hay algo muy latente en todo el metraje que son esos largos silencios, que te exponen situaciones pero no ahondan en la personalidad de cada uno pues necesitan explayarse.
Aunque también es verdad que la complicidad entre la protagonista y el director de la escuela es mucha y ahí no hace falta que hablen, las imágenes muestran por sí mismas la relación que se plasma en sus ojos. Ese amor que surge entre ambos será el eje central de «Paraíso: Esperanza», porque aunque ella no lo piense, sus compañeros se dan cuenta de lo que pasa, cómo esas miradas ingenuas, consentidas y con vuelta por el contrario, son una salvación y una esperanza para seguir adelante en esos días de encierro.
La esperanza no es otro que encontrarse a uno mismo, la protagonista se busca a ella, busca su primer amor, su primer desencuentro, sus primeras juergas, su personalidad interior, una meta a seguir y todo por salir de un embrollo mental de estar encerrada entre cuatro paredes, para hacer algo que realmente no quiere, estar en un centro de adelgazamiento. Pero está claro que esa situación no se ha creado allí, ya viene de lejos, porque las carencias afectivas se acumulan y se reflejan con el paso del tiempo.
Es curioso que durante el metraje de «Paraíso: Esperanza» y repasando las situaciones vividas por la protagonista Melanie, uno se da cuenta que hay escenas que casi se repiten, porque al final la joven se encuentra en círculo, en una encrucijada de donde no sabe cómo salir. Pero se repiten escenas de monotonía en ese campamento, donde la disciplina parece ser algo importante, pero que no lo imparten de la mejor forma posible para inculcarla, se ve como hay una crítica hacia las conductas educativas dentro de ese recinto.
Cierto es, que no uno se da cuenta que el problema de los jóvenes reflejados en el guión puede que sean la falta de referentes y el cariño, porque si cada vez que la joven tiene un problema, se encuentra en soledad, busca un apoyo, en este caso su madre, y no le encuentra se viene abajo; vemos que no hay nexo de unión, no hay un hombro donde soltar el lastre que lleva.
Esta tercera parte de la trilogía del director austriaco Ulrich Seidl sigue siendo igual de personal que muchos de sus proyectos puesto que vuelve a compartir el trabajo de guionista con Veronika Franz, cosa que ya hizo en las dos anteriores y en algún que otro trabajo suyo. La fotografía, una faceta importantísima en esta cinta, vuelve a ser algo que deja en manos de Wolfgang Thaler con quien colabora con asiduidad. Y ya para ver que el trabajo tiene mucha marca propia vemos que el director es uno de los productores.
La fotografía aquí toma un carácter muy importante, porque utiliza la cámara fija, dándole un enfoque personal y particular, encuadrando a los personajes dentro del marco que él quiere definir, ya sea un pasillo o en medio del campo, pero siempre como si fuera un fresco de un pintor ese trabajo. Los exteriores utilizados no son demasiados casi todo el metraje se realiza dentro del reciento donde se encuentran los jóvenes. Pero sí que es verdad que cuando salen fuera, las tonalidades verdes toman un cariz especial, porque les da libertad algo que no tienen dentro. Porque aunque el título es Esperanza también podría ser Libertad igualmente.
Una Crítica de cine de Susana Peral.
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