Crítica de «Capitán Phillips», la película protagonizada por Tom Hanks y dirigida por Paul Greengrass, basada en hechos reales.
En muchos casos pensamos que la realidad supera a la ficción, pero en la película que nos ocupa que está basada en hechos reales “Capitán Phillips”, ojalá la realidad no se viera tan dura, tan enquistada en la historia y en el día a día de muchos trabajadores que se embarcan en sus trabajos en alta mar, estando sujetos a los asaltos de las bandas organizadas en busca de fortunas.
“Capitán Phillips” dirigida por Paul Greengrass, el director de la saga Bourne y no siendo ésta la primera vez que se basa en la realidad para plasmarla en pantalla, ya lo hizo con «United 93» y «Domingo sangriento». Parece que al director le van los secuestros y terrorismo ya sea por tierra, mar o aire tanto como la carga dramática que todos esos hechos conllevan. El papel central de la película recae en Tom Hanks realizando un gran trabajo interpretativo luciéndose como nunca, puede que incluso sea su representación más creíble a la par que madura.
En 2009 el barco de mercancías “Maersk Alabama” navega con una carga humanitaria bordeando aguas internaciones cerca de Somalia. El capitán Richard Phillips (Tom Hanks) conocedor de los peligros de esa ruta, desde el primer momento está pendiente del radar, en previsión de un posible ataque, su intuición no le falla y a las pocas horas de navegación ya son perseguidos por unos piratas somalíes, en concreto de la banda del pirata Muse. Aunque piden ayuda, ésta no llega tan pronto como quisieran y caen prisioneros durante tres días en manos de según los asaltantes de unos pescadores en sus propias aguas, pero no son otros que unos pescadores de una posible fortuna que obtendrán por la fuerza. “Maersk Alabama” es el primer barco norteamericano que fue secuestrado en doscientos años.
El guión comienza de una forma arrolladora además de natural, un matrimonio en su día a día, cavilando sobre las preocupaciones del futuro de sus hijos y meditando sobre el bienestar general en los días actuales, por la crisis y el futuro de la juventud tan incierto. Algo que poco a poco quedará en un segundo plano cuando lo que hay que salvaguardar es la vida de una tripulación, pero realmente no será así del todo, porque en todo ese proceso del secuestro el personaje de Phillips no olvidará en ningún momento su referencia, su familia, y será su tabla de salvación y su meta a conseguir, sobrevivir para estar junto a ellos. Porque podemos sacar como conclusión final que si alguien tiene una ilusión en la vida, luchará por ello siempre, en este caso la ilusión no es otra que su familia y su trabajo.
La carga central de la película gira en torno al personaje del capitán del barco, encarnado por Tom Hanks que hace que empatices con él desde el primer momento, ya que muestra una seguridad digna de su cargo y madurez, pero al mismo tiempo aunque su fuerza resida posiblemente en lo distante y en lo frio que parece, también contiene en su personaje humanidad que se desarrolla a lo largo de todo el metraje, tanto con la tripulación por la que da su vida si es necesario, como por la integridad física de los asaltantes.
Una historia donde se miden las fuerzas psicológicas de ambas partes, donde el poder de persuasión es fuerte y puede minar al contrario. La palabra puede llegar a ser un arma de doble filo más fuerte e hiriente que una navaja o una pistola.
La actuación de Tom Hanks que es impresionante trasmite angustia durante todo el secuestro, y te hace ponerte en su lugar, eso sí sorprendiéndote siempre con sus reacciones y sus decisiones. Pero hay que esperar al tramo final para encontrarse con el registro magistral y más humano del actor dentro de toda la cinta, débil pero fuerte al mismo tiempo, templado pero invadido por el pánico, y esos segundos finales, cuando su cara es el espejo del alma y las lágrimas y temblores de su cuerpo cuentan todo lo que su voz ya no puede expresar.
Una buena recreación de los hechos, dónde la cámara busca el semblante de ambas partes, la preocupación de los secuestrados, y la inseguridad pero ambición de los secuestradores, que se muestran arrogantes con el contrario, porque se creen con el derecho de ejecutar esos actos.
135 minutos de acción que para nada se hace larga por lo bien llevada que está, con un guión que profundiza en las mentes de los protagonistas, en sus razones para sus actos, aunque no se comprendan. Además se muestra las jerarquías que existen en ambos bandos, porque incluso en la de los piratas hay unos escalafones de mando, aunque sea difícil de asimilar por ellos y por el espectador.
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