miércoles , enero 22 2025

Crítica de «Perder la Razón». Cine de autor para guardar en un rincón preferente

Analizamos la película belga «Perder la razón» del director de cine Joachim Lafosse. En el reparto Tahar Rahim, Niels Arestrup, Mounia Raoui.

La violencia en el seno de las parejas es un tema muy de actualidad, cada vez estamos más sensibilizados con la problemática, los estamentos ponen todos los medios a su alcance para atajar esa terrible lacra, no sin dificultades. La violencia de género ya sea psíquica que es la que destaca el director de la película, invade todas las sociedades y culturas, independientemente de las clases sociales. De esta barbarie no está a salvo nadie. Lo más importante es denunciar y denunciar.

El director belga Joachim Lafosse nos adentra en un drama de corte familiar con la problemática de la inmigración de fondo aunque tocándolo casi de puntillas. Propone una historia pausada e inquietante, magistralmente ambientada donde la angustia y la incertidumbre se mastican e invaden los poros de la piel. La cámara siempre está como acechando tras un obstáculo con un exceso de primeros planos, cortos, constantes, imperfectos, detalle que llama la atención a lo largo de todo el metraje, dándole un mayor realismo a la historia e impregnándola de una crudeza desoladora, haciendo al espectador vivirlo de cerca. La música sacra acompaña a las escenas de silencio y de gran carga emocional dando a la trama un extra a la hora de conmocionar al espectador.

Crítica de "Perder la razón".

«Perder la razón» ahonda en lo cotidiano e incide en darnos a conocer donde empieza la decadencia en una pareja, cual es el punto exacto del declive, mostrando la mecha incendiaria hacia esa violencia psicológica y esa pérdida de autoestima.

El Doctor Pinget interpretado por Niels Arestrup se hace cargo de la educación de un joven marroquí Mounir (Tahar Rahim), el chico en cuestión se enamora y se casa con la joven Murielle (Émilie Dequenne), el doctor se hace cargo de todos los gastos y bienestar de la pareja a cambio de vivir todos juntos, la llegada de sus cuatro hijos hace que ella se vea desbordada con su cuidado a esto se le añade el choque cultural ya que su marido es musulmán provocando que se vea atrapada en una espiral que hace insoportable la armonía. El patrocinio del Doctor Pinget acaba convirtiéndose en poder y tabú, provocando que esa convivencia acabe rompiéndose por el lado mas débil.

¿Qué le hace perder la razón a alguien?, Joachim Lafosse lo desgrana minuciosamente, con una gran habilidad, sin demasiada intriga es capaz de hacer que el espectador se mantenga absorto, por que sabe que algo va a suceder de un momento a otro. El reparto es de una calidad interpretativa descomunal. El doctor (Niels Arestrup) que ya le vimos en un papel magistral en «El profeta» es un personaje turbador y misterioso que produce inquietud. Émilie Dequenne borda su personaje, que pasa de la euforia a la devoción hasta llegar al caos y delirio. Y Tahar Rahim culmina excelentemente el papel de influenciable y por otra parte victima del manipulador.

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La película experimenta un gran giro de trama cuando Mounir se va a Marruecos eludiendo lo que su mujer entiende como un acto de cobardía a la hora de darlo todo por la familia. Se le hace grande la familia, se le escapa de su control, mientras que ella lo afronta con devoción, esa devoción que ejercen las madres que contrasta con la de los padres que se manifiesta más desde un punto de responsabilidad hacia los hijos.
La manipulación, la desolación, la debilidad, la pérdida de autoestima, de libertad de expresión dentro del entorno familiar, los tabúes adquiridos, son algunos de los ingredientes de una película que mella psicológicamente, que impacta y desborda.

Una obra al estilo «Tenemos que hablar de Kevin», una película de autor para tener guardada en las estanterías.

Una Crítica de cine de Antonio Arenas.

Acerca de Rafael Calderón

Crítico de cine, Director y Redactor jefe en Cineralia. Admito que soy un enamorado del séptimo arte que no duda en recordar que como dijo aquel, "Nadie es perfecto"

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