El trece de junio llega a nuestras pantallas de cine una película ambientada en los años cincuenta, un thriller entretenido y creíble de presupuesto limitado.
Las dos caras de enero cuenta con unos buenos escenarios, ricos en la luz del mediterráneo de Atenas y sus islas, que el director y guionista de origen iraní Hossein Amini ha sabido plasmar con soltura.
Un matrimonio americano Chester y Colette viajan por Europa huyendo de los acreedores estafados por Chester. En su camino se cruza un guía turístico americano afincado en Atenas, Rydal, que se gana la vida enseñando las ruinas griegas y sisando a los turistas más incautos.
Pero un incidente desafortunado como es la muerte de un detective que sigue al matrimonio, los unirá en una complicada huida fuera del país Heleno. Las dos caras de enero tiene una dirección muy elaborada, matizando el amor por el arte que la hace una película bella en pantalla.
El guión de Las dos caras de enero sin demasiadas estridencias está basado en la novela de Patricia Highsmith, goza de una trama progresiva, increchendo paulatinamente a medida que avanza el filme, consiguiendo que el espectador mantenga una tensión sostenible en el trascurso de los noventa y siete minutos que dura la trama. Quizás la campaña de marketing seductora sea demasiado optimista en cuando a lo que se espera de Las dos caras de enero, la película consigue entretener y hace pasar un rato agradable pero no acaba de ser un thriller trepidante y lleno de giros inesperados, le falta contundencia aunque salva los trastos con mucha dignidad, en gran parte a la interpretación de Viggo Mortensen en el papel de Chester MacFrland, un estafador a gran escala y a Oscar Isaac (Rydal) que interpreta al guía turístico americano afincado en Grecia.
En Las dos caras de enero la belleza corre a cargo de Kirsten Dust (Novia de Spiderman y actriz de Melancolía) en la piel de Colette, que vuelve a encarnar su papel de ingenua al que nos tiene acostumbrados. Viggo Mortensen personifica muy bien el papel de galán norteamericano y seductor. El trabajo de Rydal no encaja muy bien en la trama, no quedan claras las intenciones concretas del personaje, se queda un poco cojo en algunos matices. El vestuario es muy vistoso y elegante, pero choca en el filme haciendo poco creíble que alguien al que están buscando pueda ir llamando tanto la atención.
Destacar de Las dos caras de enero el glamour y distinción del matrimonio, la luz y fotografía mediterránea. Recordando salvando las distancias a la recién estrenada Tren nocturno a Lisboa.
Una Crítica de cine de Antonio Arenas.
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