El estreno norteamericano de la película estuvo acompañado de polémica por unas declaraciones de Lorenzo Di Bonaventura, productor del film.
El productor de Transformers: La Era de la Extinción decía que:
“Los críticos no entienden el formato de las big movies, no saben apreciarlo”. Y continúa “Juzgan a estas películas como si fuera un tipo de experiencia que ni intenta ser, ni debería serlo (…) están emperrados en un marco que es ‘Ok, vamos a compararla con una película de Martin Scorsese o con un drama de dos horas de duración’”.
Personalmente creo que está muy equivocado, aunque es cierto que la saga Transformers es y ha sido objeto de lapidación sistemática en manos de la crítica mundial, algo que, también según mi opinión, es un tanto injusto. En cualquier caso, las palabras de Di Bonaventura me convencieron para ver Transformers: La Era de la Extinción sin ganas de emitir ningún juicio sobre ella, sólo dejando la mente en blanco. Por esto, más que hablar de Transformers: La Era de la Extinción, sobre la que hay muy poco que decir, me parece mucho más interesante hablar de la forma de dirigir de Michael Bay.
Bien. La verdad es que el estilo de Michael Bay siempre me ha parecido fascinante y no tengo reparos en referirme a lo que hace como “cine de autor” por la sencilla razón de que su forma de rodar es única y muy difícil de imitar, como demuestra el hecho de que hay planos de factura Bay en muchas películas que no adquieren la dimensión que sí alcanza el director californiano.
Visualmente Michael Bay es un director portentoso. Lo que hace es rasgar el tejido cinematográfico para crear planos que son pura suntuosidad (a veces rozando lo obsceno) y, por tanto, un espectáculo en sí mismos. Cualquier plano que se casca Bay tiene un corte similar: una composición de dos o tres planos dimensionales con elementos (uno de ellos, los personajes) que pueden ser foco de atención, movimiento bidireccional, colores muy saturados, perspectiva de gran angular y, muchas veces, la sugerencia de más acción fuera de campo.
Si el cine de Michael Bay se cualifica tantas veces de “caótico” y “desconcertante” es justamente por este exceso de carga visual. Si lo hace en cada plano, que lo hace, entonces lo normal es que estrese la retina de cualquier espectador, puesto que es imposible asimilar y comprender toda la información que hay en la pantalla, que para más inri cambia cada pocos segundos, cada vez que hay un corte. De esta forma, el ensamblaje de planos en pos de crear una narración que es el montaje cinematográfico es tarea de héroe y mártir cuando ha sido Michael Bay el que se ha puesto tras la cámara.
El Bayhem (de “mayhem” (caos, alboroto) + Bay) funciona más o menos bien (según el gusto de cada uno) en películas de acción convencionales, tipo La Roca o Bad Boys, o en una película hipervitaminada en todos los sentidos como la formidable Dolor y Dinero, porque aparte de un toque de personalidad, les añade un plus de espectacularidad constante que engrandece visualmente la sencillez del relato y acompaña la esquizofrenia de sus protagonistas.
El caso de Transformers: La Era de la Extinción es diferente, porque en esta franquicia la interacción entre criaturas visualmente complejas como los autobots y los personajes humanos tiene la dificultad añadida de jugar a diferentes escalas de tamaño y de escenas de acción. En este sentido, la forma de dirigir de Michael Bay, centrada mucho más en set pieces unitarios que pensando en el conjunto, tiene como consecuencia este tipo de películas en las cuales la trama, por llamarlo de alguna forma, es una mera excusa para enlazar secuencias de acción desenfrenadas y sobrecargadas sin importar la coherencia del conjunto.
Dicho de otra forma, Bay haciendo Transformers es como un niño pequeño jugando con sus muñecos e imaginando sus propias aventuras. Todo vale, desde convertir el villano en bufón hasta hacer que de golpe un robot pueda volar e ir por el espacio. Seguramente, la idea de entretenimiento que tienen Bay y Di Bonaventura es esto, un encadenado irracional de piezas visuales espectaculares por sí mismas, pero completamente irrelevantes a la hora de formar una narración cohesionada.
Por esto ni siquiera importa que el punto de partida de Transformers: La Era de la Extinción sea una buena idea para continuar y expandir la saga con unas cuantas películas más. También da igual que el personaje de Mark Wahlberg tenga más personalidad e interés que el trivial Sam Witwicky (Shia LaBeouf), porque su subtrama de inventor frustrado y padre soltero de una hija adolescente no se explota en ningún momento. Nada de eso. Transformers: La Era de la Extinción es la sesión de Bayhem más larga y desenfadada que se ha hecho hasta ahora. Pero hey, supongo que alguien estará contento con esto.
No hay comentarios
Pingback: Trailer de El Jugador (The Gambler), con Mark Wahlberg
Pingback: Estrenos de cine 8 de agosto. De los Transformers de Michael bay a la cocina de #Chef
Pingback: Bitacoras.com