La película muestra una familia supuestamente abierta, que quiere vivir en libertad y con sus propias normas y enseñanzas.
Crítica de El País de las Maravillas.
El país de las maravillas de Alice Rohrwacher ganó el pasado año Festival de Cannes: Gran Premio del Jurado en el Festival de Cannes y el Premio Especial del Jurado y Mejor actriz en el Festival de Sevilla. La presentación en nuestro país de esta película fue en el Festival Italiano el pasado mes de Diciembre.
Gelsomina vive en una granja con sus padres y sus tres hermanas más pequeñas, ahí en ese ambiente más que rural para subsistir producen miel. Todas las niñas están siendo educadas en plena naturaleza dando la espalda a la sociedad actual y su prosperidad. Toda su vida gira en torno a las estrictas normas que el padre dicta, pero todas pueden cambiar con dos acontecimientos que se revelan como toda una novedad para Gelsomina, la llegada de un joven a su granja y un concurso televisivo, para promocionar la comarca, donde la belleza es un punto de referencia.
La estética de la cinta es embaucadora al principio, navegando entre el cine indie y aquel que clasifican de autor, buscando la identificación de los personajes y aunque casi lo consigue se pierde y difumina cuando el guion entra en cierto bucle circular que no sabe qué rumbo tomar.
La niña protagonista encandila a la cámara y con cierta inocencia busca cierta respuestas en su adolescencia, rota por la vida que lleva acrecentada para su edad y después reabierta por la repentina aparición de acontecimientos, y ahí es como si se cometiese un cierto duelo de sentimientos encontrados, de frustración y alegría al mismo tiempo, que se plasman en su semblante.
Todo el guión en sí es una metáfora del sueño de una persona de cómo, cuándo y porqué, buscar las formas y caminos que le pueden llevar a ello y lo que lleva implícito la posibilidad de no lograrlo.
La película muestra una familia supuestamente abierta, que quiere vivir en libertad y con sus propias normas y enseñanzas, pero personalmente se me antoja jerárquica, potencialmente diría, y machista buscando la supremacía del ser en la masculinidad en el cabeza de familia, aunque lo que se intente evidenciar es que las protagonistas buscan la feminidad en todas las novedades que hay en su vida.
Las protagonistas femeninas buscan una salida en clave de sueño, de ilusión y metas, salir de ese estancamiento vital en el que tienen inmerso su vida y al que casi no se atreven a protestar, es una vida frenada y medida por unos baremos dictados por los cánones de la familia en conjunto sin señal de identidad independiente.
El film enfoca bien unas vivencias, pero a veces se vuelven repetitivas, pues parecen que está todo en un círculo vicioso y de ahí no salimos en cuanto a temática. Lo mejor para mí, es como plasma la directora el egoísmo y el egocentrismo humano por parte del personaje del padre, siendo un patriarca que se guía por sus instintos y no ve las necesidades de los demás.
Uno de los problemas latentes de la cinta para no lograr entrar del todo en ella y que me llene en su totalidad, es que me muestra demasiado de refilón a los personajes pero sin marcarlos demasiado, me despista y no llego a encajar todas las piezas que componen el film.