Una película, en definitiva, que disfrutarán tanto los amantes de la versión clásica de dibujos animados y los que se acerquen a ella por primera vez.
Crítica de Cenicienta.
Seguro que la primera pregunta que acude a la mente de muchos es: ¿Por qué hay que hacer una nueva versión de Cenicienta?
En mi caso, también ha acudido, sobretodo porque Disney, muy recientemente, con su magnífico musical Into the Woods, nos ha replanteado el cuento de Cenicienta en el que me había dejado sin palabras una estupenda Anna Kendrick. Pero con el paso del tiempo, y al ver que el director Kenneth Brannagh iba a ponerse detrás de las cámaras para contarnos este cuento de una forma diferente, cualquier escepticismo se esfumó automáticamente.
Y el resultado, las expectativas que pudiese tener con la película, se han cumplido casi a la perfección. Esperaba una genial puesta en escena, la tiene por supuesto. Esperaba buenos actores, no es que sean buenos, en algunos casos geniales. Esperaba una historia bien escrita, coherente y que me hiciese conectar con los personajes, efectivamente lo ha logrado.
¿Estamos ante una buena película? Sin duda alguna, por lo que todas las imperfecciones que pueda tener, bajo mi punto de vista, se quedan en eso, en pequeñas cuestiones que tampoco es muy necesario tener en cuenta, ya que no desmerecen el conjunto de la película.
En EEUU ha superado los 70 millones en su primer fin de semana, no es para menos. A nuestro país llega en fechas muy complicadas por el carácter vacacional de las mismas, pero seguramente también arrase, independientemente de la fuerte competencia que tiene esta película; y es que, si hay una cinta que la pueda disfrutar una amplia generalidad de público, no creo que nadie se lo piense dos veces seguidas.
Siempre le he tenido mucho cariño a la historia de Cenicienta. Creo que ha sido, junto con Merlín el encantador, la segunda película clásica Disney que más veces he visto en mi vida, hasta el punto de aprenderme los diálogos, como me ocurre con la del genial mago artúrico. Cenicienta me regaló personajes maravillosos como Gus gus, o el malvado gato Lucifer que siempre acababa dándome pena por las travesuras que le hacían los tiernos ratones. Brannagh, en esta versión, ha hecho su particular homenaje a estos personajes, dejándolos en un segundo plano, más alejados de lo habitual, para centrarse en elementos más realistas. Quizás esta sea la principal novedad que tiene el remake de Cenicienta; los ingredientes Disney clásicos como las canciones y los animales parlantes se han quedado fuera.
Por lo demás, el relato es prácticamente el mismo. La historia no cambia. Puede decirse que ahondamos un poco más en el personaje de Cenicienta, encarnado por la guapísima Lily James, una actriz que ha demostrado tener dulzura y elegancia, cualidades necesarias para el personaje; hay un rumor que ha llegado a mis oídos, del cual desconozco si es verídico, pero se comenta que la cintura de la actriz ha sido retocada digitalmente para hacerla parecer más delgada. No voy a entrar en polémicas, pero creía necesario contarlo para que cada uno piense lo que estime oportuno sobre este tipo de cosas.
Por otro lado, el personaje principal, incluso en determinados momentos más que la propia Cenicienta, es su malvada Madrastra, Lady Tremain, que aquí interpreta la polifacética Cate Blanchett, que no solo está realmente guapa sino que además sigue demostrando que es una actriz a la altura de diosas como Julianne Moore o Meryl Streep, actrices que pueden hacer de Batman si quieren y estar maravillosas. Aquí se nos presenta el personaje de Lady Tremain como una mujer dolida, con el corazón roto por la muerte de su primer marido, una herida que nunca logra cerrar ni cuando se casa con el padre de Cenicienta.
En ciertos momentos de hecho, se atisba una fuerte decepción y frustración cuando comprueba que su marido no deja nunca de echar de menos a su fallecida esposa y madre de su hija. Aspectos que, creo, podrían haber dado mucho más de sí, pero que seguramente habrían hecho que la cinta fuese más profunda y complicada para el público infantil. Es en este punto cuando me surge otra pregunta:
Esta película ¿Es un encargo de Disney o un proyecto personal de Brannagh?
Porque, a lo largo del film, se notan mucho las ganas de arrancar por parte del director en aspectos más contundentes y sin embargo no se termina nunca de lanzar para quedarse siempre en la zona de comodidad del cuento más tradicional. Antes mencionaba algo sobre pequeños fallos. Yo diría que este es el único que tiene la película, el hecho de presentarnos esto como algo nuevo, pero que está más cercano del remake que de la revisión mitológica del relato. Personalmente, hubiese preferido una revisión más profunda, pero está claro que Disney sabe lo que hace.
Y no me puedo dejar al personaje del Príncipe, interpretado por Richard Madden, más conocido como Rob Stark de Juego de Tronos. Madden nos presenta a un Príncipe actual, que quiere casarse por amor y no por conveniencia, ante las barreras que le presenta el gran Duque (Stellan Skargard) y su padre, el Rey (Derek Jacobi), quien se muestra reticente al principio con los deseos de su hijo. Y una estupenda Hada Madrina que encarna Helena Bonham Carter.
Una película, en definitiva, que disfrutarán tanto los amantes de la versión clásica de dibujos animados y los que se acerquen a ella por primera vez. Muy bonita, agradable y con ciertos toques de sentido del humor.