La mejor oferta es un elegante y sutil drama romántico mezclado con un intenso thriller de estafas
Giuseppe Tornatore volvía a sentarse tras la claqueta cuatro años después de su última película, Baarìa (una comedia dramática con tintes históricos que fue seleccionada por Italia como representante de habla no inglesa en la gala de los Oscars). Es reconocible cierto patrón en la filmografía del veterano cineasta: después de su torrente creativo de los años 80 y 90 dónde alcanzó el clímax con Cinema Paradiso (1988), Tornatore se ha tomado su tiempo en preparar y dirigir sus largometrajes. Ese mimo que profesa a sus obras, es el mismo que alberga el protagonista de La mejor oferta (un notabilísimo Geoffrey Rush) hacia el arte en todas sus formas: incluida la belleza de una mujer. Y es esa veleidosa musa de la juventud la que a un viejo anciano solitario se le escurre entre las manos como el agua, intentando vanamente retenerla entre sus dedos.
La mejor oferta es un drama romántico con una estética muy elegante, que se extrapola a la dignidad y sensibilidad con la que Tornatore y Rush tratan un tema tan complejo como frecuente: el amor ciego hacia una mujer. Tan invidente que provoca a un personaje del recato que coquetea con la manía higiénica de Rush a lanzarse al fango con el traje recién traído de la lavandería por una simple mirada de ESA mujer, que podría ser un concepto universal porque ha estado presente al menos una vez en la vida de todo hombre.
La ternura del romance y las punzadas del drama siempre fieles compañeros de recreo, son además acompañados con un inteligente thriller de suspense y estafas, que sirve a Tornatore para representar metafórica y visualmente la última gran verdad: esa soledad en una habitación vacía de risas y llantos, de vida.