Slow West es un western dramático con toques puntuales de comedia negra basado en la famosa región del Oeste estadounidense en el siglo XIX. El debutante director (y ex músico) John Maclean aprovecha el lienzo mental del espectador sobre el despiadado y salvaje oeste para transmitir una reflexión contraria, apoyada en la moraleja final sobre el “vivir no es sólo sobrevivir”, el compañerismo entre los dos protagonistas y las postales, que actúan a modo de vidrios en una iglesia representando bella y gráficamente cada pasaje del filme.
El largometraje es un harapiento comensal de cantina, que a pesar de los prejuicios que tengamos acerca de su cochambrosa apariencia, nos desliza bajo la mesa un mensaje gentil y agradable, una servilleta con trazos de una filosofía acogedora. Por su parte, ante la ausencia de grandes nombres en el reparto, un Michael Fassbender a medio gas actúa como reclamo para los carroñeros espectadores que se abaten sobre él sin piedad.
Maclean logra que el arquetípico matojo rodante del Oeste no se pasee ni un instante por escena. A pesar de su título, Slow West alterna pausas con acelerones ofreciendo una visión final de un Oeste en hibernación contemplativa pero con un mortífero (aunque breve) despertar de su letargo.