Grandes interpretaciones del omnipresente Antonio de la Torre y de un enorme Roberto Álamo.
Siempre hay un actor que copa el mayor número de papeles, en este momento no es otro que Antonio de la Torre que tiene la carga en «Que Dios nos perdone» de Rodrigo Sorogoyen de un policía tartamudo.
Su papel sombrío y totalmente interior es bueno, pero he de reconocer que personalmente prefiero la interpretación de Roberto Álamo, puntal principal de la cámara y que lleva a los extremos su personaje, donde sus aristas quedan totalmente expuestas y diseñadas con su gran actuación.
Alfaro y Velarde tienen entre manos un caso de un asesino en serie, bastante particular, sus víctimas son ancianas y su modus operanti muy peculiar, por lo que la búsqueda no será fácil. Los dos policías son dos personalidades totalmente opuestas pero que se compaginan a la perfección, con respecto pero con la distancia de la frialdad impuesta por sus personalidades, esas que en verdad no difieren tanto de cualquier persona, incluso del propio asesino, todos tienen sus luces y sus sombras. Este hecho ocurre en plena crisis económica, con el movimiento 15-M de por medio, cuando el Papa viene a Madrid, en el caluroso verano del 2011.
El director incide en la psicología de sus personajes, en bajar y subir todo su interior al exterior, en mezclar personalidades, en hacer compatible lo que no lo aparenta. Y lo que realmente está muy bien logrado en «Que dios nos perdone» es diferenciar las partes de acción de puro thriller con las que se enfocan en reflexión o tensión, ahí es donde la música juega su mejor partida y nos envuelve en la atmosfera necesaria.
Fondo y expresión a veces no van de la mano, «Que Dios nos perdone» comprende excesivas temáticas y vertientes a exponer que entrecruzadas tienen su significado, pero utilizar una o dos vale, pero reiterarse en utilizar en todo, además de no ser necesario, resulta en lo global excesivo.
Aunque se retraten los personajes a veces tiende a generalizar y ese enfoque es peyorativo hacia un guion que podría comprender una gran crítica al sistema y varias vertientes de corrupción. Todo aquí incluso los protagonistas y su entorno están llevados completamente a los extremos y en algunos instantes forzados no representando del todo lo que se está retratando.
Palabra clave para destacar en todos los aspectos puntas que quiere destacar es discreción, más que eso, el sinónimo que dibuja es literalmente es tapar, esconder siempre los trapos sucios, y esa metáfora sí que funciona. Pero lo que sobrevuela todo el metraje no es meramente que esté cuestionando a lo que hace referencia la trama, si no mucho más allá.
Reconociendo que el thriller aquí está bien impuesto, se hubiera agradecido no insertar ciertos momentos que nos descabalan la consistencia de la trama y del género, ya que en instantes puntuales sacan unas carcajadas en la sala. Y no, no tendría por qué ser incompatible pero aquí no cuajan esas risas, con la bien que iba todo hasta una escena que lamentablemente nos saca y fuerza lo restante que viene.
Para compensar algún que otro fallo de guion lo salva con buenos diálogos y que tienen por momentos gran trasfondo y segundas lecturas, ahí es donde el espectador entra en juego, pasa a plantearse muchos más aspectos de lo visto, aunque de primeras se quede en lo visual.
Me ha encantado! me alegra saber que en España sabemos hacer buenos thriller
Antonio de la Torre está inmenso en este thriller
Un guión espectacular y una peli que sorprende!
Me alegro de que os haya gustado tanto, en España se hace muy buen cine también.