Puntuación:
La comunidad de los corazones rotos, que muy pronto llegará a los cines de la península, es una pieza imprescindible para todos aquellos amantes del cine terrenal y de calidad. Propuesta sencilla y austera...
El cine francés no deja de sorprendernos en cada una de sus propuestas con su sensibilidad y elegancia intrínseca.
Tampoco sus intérpretes más emblemáticos y camaleónicos, como la divina Isabelle Huppert, quien en tan solo un año ha protagonizado grandes filmes como el melancólico y esperanzador L’avenir, el macabro retrato Elle, o la película que a continuación presentamos, difícil de definir en tan solo una palabra.
Con una producción cuidada y estrafalaria en un sentido muy positivo, La comunidad de los corazones rotos (2015) representa el proyecto más hermoso y extravagante que uno pueda recordar en su disco duro mental más reciente en lo que a cine galo se refiere.
Dirigida por Samuel Benchetrit, esta película de indiscutible sabor francófono versa sobre tres encuentros improbables entre personajes muy dispares pero unidos por un mismo sentimiento, la soledad, y un mismo escenario, el asfalto y un bloque suburbial francés. Estos acercamientos humanos traerán risas, ternura, compasión…a un paisaje urbano apagado y oscuro.
Crítica de La comunidad de los corazones rotos:
La comunidad de los corazones rotos (Asphalte) es un retrato dramático que conjuga brillantemente distintos tonos por secuencia, uno puede sentirse embriagado por la verosimilitud de los personajes para momentáneamente comenzarse a reír con esos toques de humor inteligente y ávido que tanto nos gustan del cine de nuestro país vecino.
El decorado de asfalto que sostiene todas las historias e interacciones humanas está compuesto por una paleta de colores grises atrayentes que Benchetrit logra colorear no en un sentido literal, pues son las personas las que logran avivar con su luz ese paisaje olvidado y alienado de la periferia francesa, formando así un dulce cuadro con el que será difícil no sentirse identificado emocionalmente en alguna de sus partes.
Destacar el papel que Huppert desempeña interpretándose ‘casi’ a sí misma como una actriz en declive que viendo su películas antiguas logrará encontrarse con su yo y conmover al espectador con un monólogo que parece va dirigido a uno mismo.
Asimismo estelar la aportación del norteamericano Michael Pitt, extranjero que le aportará al metraje esa frescura siempre bienvenida en películas costumbristas, aunque esta vez la frescura se manifieste en un formato de lo más surrealista y delirante, interpretando este el papel de astronauta perdido y, como todos, un poco abandonado.
La comunidad de los corazones rotos, que muy pronto llegará a los cines de la península, es una pieza imprescindible para todos aquellos amantes del cine terrenal y de calidad. Propuesta sencilla y austera que logra construir con un edificio, tres historias y seis personajes algo profundo, de una complejidad inquietante.