Puntuación:
La cinta está dotada de gran dinamismo en cuánto a visibilidad pero también en cuanto a los diálogos que son tan frenéticos por momentos que te dejan sin suspiro.
Los largos metrajes en el cine son armas de doble filo, si la película está bien llevada es una gozada para el espectador, si no es así, una absoluta pesadez interminable.
Aquí en Molly’s Game el tiempo es lo de menos se pasa en un suspiro, la trama y el ritmo de atrapa desde el principio y los minutos vuelan.
Molly Bloom es una joven promesa dentro del mundo del esquí. Debido a un accidente en las pistas compitiendo tiene que retirarse y dejar su pasión y la de su padre. Ahora se tiene que ganar la vida, cambia de ciudad, trasladándose a Los Ángeles, ella quería estudiar pero el dinero fácil le llega de improviso, acabó ganando millones de dólares en las noches de partidas de póker, pero un buen día el FBI la investigará.
La cinta está dotada de gran dinamismo en cuánto a visibilidad pero también en cuanto a los diálogos que son tan frenéticos por momentos que te dejan sin suspiro. Una gran ambientación con una atmósfera que te traslada a la sala de una partida de póker, pasando también por la angustia de la protagonista en el estrado de un juzgado, pero más en el buffet de su abogado. Pero también hay que destacar la parcela emocional que se esconde detrás de esa fachada de mujer con corazón de roca que no deja que nadie ni nada lo traspase.
Descripción del poder y la soledad por partes iguales, de la avaricia del ser humano en cuanto a lo material intentando suplir lo emocional. Una vida llena de tropiezos marcado por el ámbito profesional coartado por una vida impuesta a priori por los demás y que acaba en la deriva de la inercia.
Molly’s Game es ver como cada personaje esconde algo detrás de esas partidas de cartas, sin nombres pero pudiendo uno imaginar mucho más, como las vidas se entrecruzan entre la pura realidad o la que se montan cada noche escondiendo las miserias humanas detrás de unas fichas creando una vida imaginaria durante unas horas que podrían pasar factura en un futuro no muy lejano.
Una dirección novel en el cine, dando el salto a la pantalla grande después de varias series televisivas, pero no en el ámbito del guion, que lleva más experiencia y aquí ha adaptado la biografía de la protagonista. Un trabajo, el de Jessica Chastain, que se advierte desde la contención hasta la propia euforia de la trama, el desconsuelo y desamparo interno de la protagonista principal, que está sometida a la cámara en todo momento, al igual que al juicio del guion y del espectador.