Puntuación:
El asombroso trabajo de Stanley Tucci y Colin Firth es lo más destacable de un drama sobre el Alzheimer demasiado convencional.
El envejecimiento de la población en el denominado mundo desarollado ha provocado un aumento de las demencias relacionadas con la edad, como la enfermedad de Alzheimer. El cine no ha tardado en tratar el asunto en numerosas películas. Supernova, el largometraje dirigido por el británico Harry Mcqueen, se suma a ese largo grupo de trabajos para la gran pantalla donde destacan títulos como El padre, Lejos de ella, Arrugas, Siempre Alice o El hijo de la novia, entre otros muchos.
La cinta sigue las andanzas de una pareja gay, formada por un músico y un escritor que está empezando a perder la memoria, que decide emprender un viaje en autocarabana por aquellos sitios donde fueron felices y, de paso, visitar a sus seres queridos.
A lo largo del viaje, los dos se replantearán su relación de pareja y asumirán realmente que el enfermo será una carga para su pareja, aunque este último asuma que tiene que realizar ese sacrificio. Rodada con un estilo clásico y beneficiándose de la fotografía de Dick Pope, que sabe sacar el partido del paisaje y logra cierta calidez en los momentos más íntimos, la película aborda asuntos importantes como la relación entre el cuidador y la persona que tiene que atender, la eutanasia o la inminencia de la muerte, adornada con los elementos habituales en un subgénero que hace hincapié en los estragos de la enfermedad en los afectados y sus seres más queridos.
No obstante, la cinta no pasaría de lo correcto sin el impresionante trabajo de sus dos actores protagonistas: el norteamericano Stanley Tucci, en el papel del escritor con problemas de memoria, y el británico Colin Firth, como su cariñoso cuidador. Ambos resultan absolutamente creíbles como esos veteranos amantes que tienen que afrontar la innevitable separación. Sus miradas, sus caricias, sus peleas y el tono de sus voces cuando se dirigen al otro denotan una complicidad que eleva la película más allá de lo convencional. Logran que un drama del montón consiga ir un poco más allá y acabe calando en el espectador.
En definitiva, Supernova es una película que hay que ver por la asombrosa labor que realizan sus dos intérpretes principales. El resto no pasa de ser otra película más sobre el Alzheimer con todos los lugares comunes del subgénero.