Calificación:
Curioso y brillante debut donde el cómo importa más que el qué.
El director Pedro Martín-Calero vuelve a demostrar su habilidad para crear desasosiego en El Llanto, su ópera prima en el largometraje, como ya dejara patente en su cortometraje You’re awake. En aquella cinta de apenas cuatro minutos, el realizador nos contaba la historia de un hombre que se despierta en un pueblo de Kazakhstan donde la mayoría de la población caía dormida de manera inexplicable. La utilización de la música, unas imágenes de una increíble potencia visual y una narradora solemne dotaban al conjunto de un tono inquietante.

Mucho de aquella atmósfera malsana se conserva en su debut comercial, donde aborda las diferentes historias de unas chicas que son acosadas por una extraña presencia en España y Argentina. Martín-Calero, que firma el guion junto a la prestigiosa Isabel Peña, no está especialmente interesado en desvelar mucho del monstruo, sino que prefiere centrarse en su efectos en sus jóvenes víctimas.
De hecho, su guarida es un piso más o menos convencional que aparece en diversos lugares, mostrando que la violencia, espcecialmente contra las mujeres, se encuentra en todas las partes del mundo y en distintas épocas. Sorprende que opte casi por un ente casi abstracto con forma de anciano que principalmente se hace visible a través de los dispositivos audiovisuales, ejemplo principal de la obsesión por las pantallas de la sociedad contemporánea.

El cineasta se sirve de la sabia utilización de la iluminación y la gama cromática para imprimir la inquietud necesaria. Lo hace con la increíble ayuda de un estupendo trío protagonista, encabezado por Ester Expósito, la argentina Malena Villa y la francesa Mathilde Ollivier, que imprimen una mezcla de fuerza y fragilidad a sus personajes.
Quizá el gran problema de la película sea también su principal defecto: al dejar tantos cabos intencionalmente sueltos y no despejar algunas incógnitas parece que la cinta cojee en su guion. Su abstracción a la hora de crear el ser que acosa a las jóvenes se convierte en un arma de doble filo para el filme. Lo que no cabe duda es la habilidad visual de Martín-Calero, premiado en el apartado de Mejor Dirección en el Festival de San Sebastián 2024.
