Puntuación:
Una película extraña tan lejos del típico blockbuster como de las mejores obras del coreano Bong Joon-Ho.
El director coreano Bong Joon-Ho realiza su tercer largometraje en inglés, después del Óscar logrado por Parásitos, con Mickey 17, adaptación de la novela homónima de Edward Ashton. Como ocurriera con Rompenieves (Snowpiercer), otra de sus cintas rodadas en la lengua de Shakespeare, nos encontramos ante una distopía, aunque en esta ocasión el tono bascule entre la crítica política, el humor entre naíf e irónico y la cinta de ciencia-ficción.

Así seguimos los pasos de Mickey, un hombre que, debido a las deudas, ha permitido que se le pueda clonar una y otra vez sin límite para cualquier tipo de experimento. Él forma parte de una expedición que tiene como objetivo colonizar un planeta helado habitado por unos extraños seres pacíficos con aspecto de gusanos a los que el responsable de la particular misión, un inhumano político fracasado, y su odiosa mujer quieren convertir en comida. A ello se sumará que coincidirán dos copias vivas del propio Mickey.

Con una magnífica fotografía de Darius Khondji, Joon-Ho reaIiza una verdadera rareza dentro del cine estadounidense, aunque se encuentre lejos de sus mejores cintas coreanas como Memories of Murder, The Host o Mother. La película parece contagiarse en exceso del espíritu infantil del personaje principal, encarnado por un simpático Robert Pattinson, y su denuncia del desalmado capitaIismo sin freno y sus líderes, encarnados por unos desatados Toni Collette y Mark Ruffalo, resultan muy obvios. Por si fuera poco, el filme se muestra demasiado repetitivo, alargando la cinta innecesariamente. Quizá por ello, más que la poco sutil crítica a la deshumanización del liberalismo extremo, con guiños nada ingeniosos a Donald Trump, destaca la narración del pasado de su simpático héroe y sus amigos, quizá lo mejor del conjunto con diferencia, así como su tierna relación con otra tripulante.

En resumen, Mickey 17 no aporta nada excesivamente relevante en la carrera de su autor, a la vez que resulta demasiado extraña como blockbuster en estos tiempos de productos sin personalidad. Quizá por ello defraude tanto a los seguidores de su director como a los adictos al cine palomitero. A la vez, resulta ingenua como para ser tomada en serio como sátira política y en exceso adulta para un publico infantil.