Hace un semanas Avalon nos ponía en bandeja ‘Mapa’, uno de los documentales nominados a los Goya (finalmente el sueño no pudo ser ya que ‘Hijos de las nubes’ se alzó con el premio), aún así buena apuesta, y aquí en Cineralia tuvimos la oportunidad de entrevistar a su director León Siminiani. Este próximo viernes 22 la distribuidora nos trae otro excelente documental ‘Searching for Sugar Man’ de Malik Bendjelloul, éste esta vez nominado en la misma categoría pero en los Oscars.
Parece que poco a poco me estoy aficionando a los documentales, un género que no es muy bien visto y valorado por los espectadores y por lo tanto no llena muchas salas, pero hay veces que merecen la pena saborearlos bien porque tienen un trasfondo mucho más intenso y complejo que cualquier guión de ficción, y por eso mismo no tiene nada que envidiarles al resto de géneros.
Sixto Díaz Rodríguez de Detroit, más conocido en el ámbito musical como Rodríguez tuvo una corta carrera musical entre los años 1970 y 1971, en los cuales Sussex su sello discográfico le produjo dos discos, ‘Cold Fact’ y ‘Coming from Reality’, respectivamente. Después de un rotundo fracaso en Estados Unidos tras unas críticas no muy entusiastas y un número de ventas excesivamente bajo, el cantante fue despedido de la firma y desapareció de la vida popular. Años después dos admiradores suyos en Sudáfrica retoman la búsqueda de un mito en país.
Es sorprendente como uno puede saltar a la fama y caer al mismo tiempo sin que le dé tiempo ni siquiera asimilar que estaba en un proceso de cambio en su vida, de transformación y de búsqueda de una personalidad que se puede forjar con esas metas que uno se marca con cada proyecto.
Sixto Rodriguez no comenzó su carrera en 1970 con ‘Sussex’ si no que ya llevaba tres años en el mundillo musical, en 1967 bajo el nombre de Rod Riguez lanzó un sencillo titulado ‘I’ll Slip Away’ por medio del pequeño sello discográfico Impac. Tras este single y conciertos en bares de mala muerte, como se suele decir en los suburbios donde él se movía, Mike Theodore y su socio Dennis Coffrey (Sussex) le descubren tras ser informados que “hay alguien que canta y compone como nadie”. Descubren a una persona sencilla que canta de espaldas al escenario y que conmueve al público allí asistente y a ellos mismos con esas letras críticas con el sistema pasadas a una música folk.
Lo sorprendente de esta proyección es comprobar como con una sola copia de un disco de Rodríguez que llegó a Sudáfrica, el cantante en sí, ha sido un mito para este país sin él saberlo, y sin que todo ello no repercutiera en su vida. El disco Cold Fact y en concreto la canción Sugar Man se convirtieron en un himno casi para un pueblo, en toda una banda sonora del movimiento anti-apartheid, pero que poco después incluso fue prohibido por el contenido de las letras, ya que el cantante reflejaba en sus canciones la realidad existente en las clases sociales más pobres y marginadas de las grandes ciudades.
Aún así es increíble que los discos se vendieran en Sudáfrica (siendo disco de platino), Zimbabue, Nueva Zelanda y Australia, y que cuando se terminaron las copias que Sussex tenía, y no hizo más no se sabe muy bien si por la poca campaña de marketing que se hizo en su día, ya que comentan que en Estados Unidos solo se vendieron seis copias (algo que resulta paupérrimamente exagerado), el sello australiano ‘Blue Goose Music’ adquirido los derechos y reeditó los dos discos y uno de recopilación ‘At His Best’, que contenía grabaciones inéditas de 1976. Tras unas giras por Australia se retiró de la vía pública y se rumoreaba que el cantante había muerto. Su desaparición fue tan enigmático como sus primeras actuaciones de espaldas al público, decían que se había suicidado con un tiro después de una actuación y otros contaban que se quemó a lo bonzo, pero en verdad nadie sabía nada concreto.
Este proyecto ha sido posible gracias a la colaboración de Stephen ‘Sugar’ Segerman, dueño de una pequeña tienda de discos en Sudáfrica y llamado así en honor a Rodríguez, que a mediados de los años 90 junto al periodista Craig Bartholomew-Strydom investigaron en el árbol genealógico de Rodríguez y así acabaron contactando con una hija.
Además de la nominación al Oscar a mejor documental, esta cinta ya ha recibido varios premios, el último el Bafta al mejor documental. En el Festival de Sundance el premio del público al mejor documental internacional, así premio al mejor documental en National Board of Review y los Premios Gulbagge. Pero el director también ha tenido su recompensa en Directors Guild of America (DGA), premiado como Mejor director (Dcoumental).
Si todas estas nominaciones y premios ha recibido el director con su primer largometraje documental conocido (ya que no es nuevo en estas lides, lleva doce años dirigiendo documentales sobre músicos), podemos augurar que tiene un buen futuro, porque su narrativa es compleja y ahonda con sensibilidad en la investigación de una historia que a priori nos parecería meramente un documental musical. Pero no es así profundiza en los suburbios de las ciudades, en las mentes de los conocidos y deja en el aire un pregunta misteriosa de cómo y porqué a veces las personas surgen y desaparecen, no literalmente pero si en un ámbito en el que se han movido con anterioridad, pudiendo haber gente o beneficios económicos interesados en que esto ocurra, o simplemente pasa y no hay que darle más vueltas.
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