Crítica de Padres por desigual
…es entonces cuando se desenmascara como lo que es: un producto de baja estofa que se consume rápido y se olvida más pronto aún.
La película supone el reencuentro de Ferrell y Wahlberg, que han elegido un largometraje familiar para volver a formar dúo artístico.
Los estadounidenses Will Ferrell y Mark Wahlberg demostraron su particular química en Los otros dos, una particular parodia de los thrillers sobre parejas de policías al estilo de Arma Letal. Con un humor nada distinguido, los dos actores daban vida a unos agentes de la ley muy poco populares dentro de su profesión que investigaban un caso de corrupción.
Adam McKay, el director que más ha trabajado con Ferrell a lo largo de su carrera, era el responsable de la cinta, convertida en uno de los puntales de la nueva comedia americana junto a otros trabajos firmados por Judd Apatow, Seth MacFarlane o Todd Phillips.
Padres por desigual supone el reencuentro de Ferrell y Wahlberg, que han elegido un largometraje familiar para volver a formar dúo artístico. McKay está presente de nuevo, aunque en esta ocasión lo haga participando en labores de producción y supervisando el largometraje a través de Gary Sanchez Productions. En esta ocasión, el encargado de realizar este particular vehículo estelar al servicio de la pareja de actores ha sido Sean Anders, responsable de títulos tan poco memorables como Sexdrive, Desmadre de padre o Cómo acabar sin tu jefe 2.
El filme se limita a contraponer dos modelos de progenitor, personificados en cada uno de los intérpretes. Ferrell encarna a un individuo apocado y responsable con un punto tontorrón, mientras que Wahlberg se pone en la piel del hombre inconsciente que es la perfecta imagen del macho alfa. Ambos iniciarán una lucha por el afecto de dos niños hijos de la misma madre, pareja actual del primero y ex mujer del segundo.
La comedia se convierte así en una sucesión de sketches un tanto pueriles donde los dos tipos batallarán por el cariño de los pequeños. Como telón de fondo, la cinta plantea una vieja pregunta: ¿Es la paternidad una cuestión meramente genética o tiene más que ver con el afecto? Sin embargo, no profundiza demasiado en este asunto y prefiere centrarse en las payasadas de cada una de las estrellas de la función.
Quizá lo más sorprendente de Padres por desigual sea la inclusión de humor zafío y referencias sexuales en una producción teóricamente familiar, aunque no sea el primer largometraje de este tipo en hacerlo. Sin ir muy lejos, Vacaciones y las dos partes de Niños grandes ya introducían numerosas dosis de sal gorda.
No obstante, como ocurría en otra película supuestamente irreverente como Ted 2, lo peor de la cinta es la escasa fortuna con la que se tratan temas serios, en este caso los problemas de infertilidad de uno de los protagonistas masculinos. Es entonces cuando se desenmascara como lo que es: un producto de baja estofa que se consume rápido y se olvida más pronto aún.
En definitiva, Padres por desigual pone de manifiesto la escasa imaginación y la nula calidad de gran parte de la comedia norteamericana más comercial, que se limita a engarzar gags mezclando chistes poco inteligentes, mal gusto, lugares comunes y más dosis de moralina de la necesaria.