Continuamos con las Crónicas de un certamen madrileño que nos ha deparado alguna que otra sorpresa.
Nacho Vigalondo se ha hecho un nombre como director gracias a sus estupendos cortos y a sus tres primeros largos: Los cronocrímenes, Extraterrestre y Open Windows. Sin embargo, no parece que su carrera como actor haya corrido la misma suerte.
Camino de Josh C. Waller
Lo vuelve a demostrar con Camino, que se exhibió el 27 de mayo dentro de la Sección Oficial del Festival Nocturna 2016. En la cinta de Josh C. Waller, Vigalondo encarna a un misionero español que se convierte en el líder de un grupo de la guerrilla colombiana. Su particular conducta provocará el enfrentamiento con una prestigiosa fotógrafa que les sigue para realizar un reportaje.
El cineasta aborda su personaje desde el histrionismo más insoportable. No ayuda que la cinta tampoco destaque ni en el plano argumental ni en el técnico. La oscurísima fotografía impide que podamos ver con claridad lo que ocurre en este thriller con psicópata ambientado a mediados de los años ochenta. Solamente Zoë Bell, una actriz y especialista habitual en los filmes de Quentin Tarantino, aporta algo de fuerza a una película rodada sin ningún tipo de tensión.
Cold Moon de Griff Furst
Igualmente fallida resultó Cold Moon, filme de Griff Furst que el director del festival, Luis Rosales, había destacado como una de las sorpresas del certamen Nocturna. Basada en una novela de Michael McDowell, autor de las historias que inspiraron Bitelchús y Pesadilla antes de Navidad, el largometraje sigue los pasos de un hombre que asesinó a una adolescente con la que había tenido una relación. El espectro de la joven, junto a los fantasmas de otras víctimas del asesino, se le aparecerá continuamente hasta convertir su vida en un infierno.
Este thriller sobrenatural cojea por su nula atmósfera malsana, un efectismo que se muestra ineficaz incluso para provocar el mínimo susto y unos personajes poco interesantes. Ni Josh Stewart, que encarna al protagonista, ni Christopher Lloyd, en un pequeño papel, pueden arreglar un filme terriblemente aburrido y sumamente convencional.
Un hombre lobo americano en Londres de John Landis
Tuvo que ser la proyección de un clásico, Un hombre lobo americano en Londres, la que elevara la calidad de una jornada mediocre. El director John Landis, que recibió un justo premio en el certamen madrileño, presentó la película y no paró de hacer fotos al público que llenaba la sala. Poco se puede decir de una cinta de 1981 que se ha convertido en un referente dentro de los largometrajes que abordan la licantropía. Solamente añadiremos que, vista en esta segunda década del siglo XXI, en 2016, sigue sorprendiendo el trabajo de Rick Baker, galardonado con el premio Oscar al Mejor Maquillaje y Peluquería, en la recordada primera transformación del protagonista en hombre lobo. No obstante, no es el único mérito de una película que combina humor y terror de manera perfecta, y que demuestra que inteligencia y entretenimiento pueden ir perfectamente unidos.