El exacerbado sentimentalismo, la cursilería y una pésima dirección de actores malogran un largometraje pensado para el lucimiento de Will Smith.
Will Smith parece empeñado en demostrar que, además de ser una estrella de la comedia y el cine de acción, también puede triunfar en el drama.
En los últimos años, el actor ha probado suerte en el género con papeles serios en vehículos para su casi exclusivo lucimiento como «En busca de la felicidad», «Siete almas» o «La verdad duele». La mayoría de estas cintas han dejado al descubierto sus limitaciones como intérprete y se han desvelado como productos excesivamente lacrimógenos, empeñados en lograr que los ojos del espectador se humedezcan.
Crítica de «Belleza oculta»
«Belleza oculta» vuelve a repetir los errores de los títulos pretendidamente prestigiosos del protagonista de «Soy leyenda» y «Hombres de negro».
Como actor, Smith recurre a la gestualidad forzada y el gesto contrito para dar vida a un hombre destrozado por la muerte de su hija, una niña de apenas seis años.
Por su parte, David Frankel, el autor de comedias como «El demonio viste de Prada» o «El gran año», quiere ser profundo y solamente logra ser cursi al abordar una historia que parece una variante de «Qué bello es vivir», el clásico de Frank Capra, y «Cuento de Navidad», la inmortal obra de Charles Dickens.
El director pretende dotar a sus imágenes de un cierto toque íntimo con planos nocturnos, leves movimientos de cámara y la edulcorada banda sonora de Theodore Shapiro, pero nunca consigue ir más allá de un superficial esteticismo.
Tampoco el trabajo de Allan Loeb, guionista que ha firmado los libretos de títulos tan poco ilustres como «Peligrosamente infiltrada» y «Un pequeño cambio», se caracteriza por la sutilidad.
La trama enfrenta al protagonista con el Amor, el Tiempo y la Muerte, los tres conceptos abstractos a los que el apenado padre escribe cartas para desahogarse y que sus compañeros de trabajo se encargarán de hacer realidad contratando a unos supuestos actores. Todo ello para darse cuenta que no solamente necesita ayuda su colega, sino ellos mismos.
Repleta de diálogos altisonantes, adornada con traumas propios de un mal manual de psicología y rematada con dos tramposos giros finales, «Belleza oculta» es un producto que solamente pretende arrancar lágrimas. Una pena que para ello desaproveche los trabajos de actores del calibre de Edward Norton, Kate Winslet, Keira Knightley o Helen Mirren, que parecen perdidos en este melodrama dulzón.
Crítica de Julio Vallejo Herán
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