Puntuación:
Lorenzo Ferro, que lleva toda la carga de la película, en su primera interpretación en una película, realiza un gran trabajo, con esa frialdad necesaria, pero al mismo tiempo esa media sonrisa de pícaro que lleva implícita la maldad de los actos que ejecuta. Excelente ese baile final, que muestra mucho de su personalidad.
El director Luis Ortega ha recreado la vida e historia de “El Ángel” el mayor asesino de la historia de argentina, la persona que más tiempo ha pasada en la cárcel. Y relatando unos hechos que parecen sacados de una historia escalofriante que no fuera realidad.
Para ello el director ha contado con EL DESEO, K & S Films y Underground Films que cuenta con el apoyo de RTVE, y de hecho se nota la mano de El deseo, de esa necesidad de contar con una fotografía, un estilo visual y musical que atrape al espectador, buscando la naturalidad pero sin dejar de lado que es vital, la realidad de la narración. Una muy buena ambientación en cuanto a vestuario, música y fotografía.
Carlitos es un joven con una carita de bueno y niño que se acompaña de unos rizos dorados, una apariencia de ángel. Al llegar a su época de adolescencia crece en él lo que ha venido haciendo años antes, la vocación de ser ladrón. Ahora conoce a Ramón, que viene de una familia de delincuentes y junto con ellos preparará sus nuevos golpes. Su nueva vida le llena, tanto que se alejará de su familia, y la mentira, los robos y asesinatos serán su nuevo hogar.
Buena combinación de música e imagen, compactando al compás de la música, la letra que lleva en parte implícita el mismo momento a describir tanto en situación como al propio personaje.
Un ritmo pausado, por momentos incluso algo lineal que refleja a la perfección lo impenetrable del personaje y su fondo tan inalterable en expresión pero imprevisible en comportamiento al principio, porque poco a poco sus actos dejan de sorprendernos ante su frialdad.
Personalmente me asombran los extremos de esas dos madres de la cinta, ambas permisivas en su propia forma e incluso condescendientes pero con distinta hechura y contenido. Porque además ha llevado muy bien la forma del guion al ir saltando de familia en familia, de personaje en personaje para ir dibujando a cada uno, su almas, sus deseos, sus miedos, sus anhelos y cada finalidad.
Una forma de la búsqueda da la libertad más que personal por parte del protagonista, siendo el epicentro de su mundo sin parar a pensar en quienes le rodean y si sus actos les influyen, posee una gran sensación y realidad de no tener conciencia ni del bien ni del mal, de actuación a quemarropa y por instinto en todos los sentidos. Remordimiento cero tanto en comportamiento como en alma.
El ángel es una cinta que no deja indiferente, hay escenas que impresionan por tanta naturalidad que excede la normalidad dentro de unos actos que no se corresponden con lo que pueda esperarse en una sociedad mentalmente cuerda, aunque ya sabemos que la realidad supera a la ficción, y por ella esta historia real, al final parece tan creíble por ese increíble histrionismo de irracionalidad.
Lorenzo Ferro, que lleva toda la carga de la película, en su primera interpretación en una película, realiza un gran trabajo, con esa frialdad necesaria, pero al mismo tiempo esa media sonrisa de pícaro que lleva implícita la maldad de los actos que ejecuta. Excelente ese baile final, que muestra mucho de su personalidad.