Puntuación:
Thriller con un buen envoltorio visual que ofrece una trama demasiado intrincada y bastante ridícula.
Orio Paulo es un director y guionista catalán que ha centrado su carrera en el terreno del thriller y el suspense. Prueba de ello son éxitos como El cuerpo, Contratiempo o la serie de Netflix El Inocente, adaptación del libro homónimo de Harlan Coben. La característica principal de la mayoría de sus trabajos es la acumulación de giros que sorprendan al espectador menos prevenido.

El cineasta adapta Los renglones torcidos de Dios, uno de los más populares bestsellers de la literatura española, con su habitual cuidado por el aspecto técnico. Hay un especial mimo en el uso de la fotografía y la recreación de una institución mental de los años setenta.
Por otra parte, como es normal en sus trabajos, hay un reparto repleto de actores conocidos como la siempre elegante Bárbara Lennie, en el papel de un mujer que entra en el centro psiquiátrico para investigar la muerte de uno de los internos; Eduárd Fernández, perfecto como director del centro de salud mental, o Pablo Derqui, que encarna a un enfermo que hace amistad con la protagonista.

No obstante, todo este esfuerzo de producción se va al traste por un guion tramposo que acaba convirtiendo todo en un sinsentido. Poniendo por delante que no he leído la novela original escrita por Torcuato Luca de Tena, la película utiliza algunos trucos muy sobados para asombrar al espectador menos avisado.
El principal es mostrar en un principio la narración desde el punto de vista de la protagonista para después desvelar la supuesta verdad desde otros ángulos. A la vez, la película va acumulando giro tras giro hasta un tramo final donde se suceden constantemente convirtiendo todo en un verdadero desbarajuste.

El resultado es un thriller con un buen envoltorio visual que ofrece una trama demasiado intrincada y bastante ridícula.