Puntuación:
Cinta que triunfa cuando apuesta por un humor desenfrenado y fracasa al adentrarse en la crítica social o terrenos melodramáticos.
Sin malos rollos, la película de Gene Stupnitsky acerca de una treintañera que tiene de espabilar a un jovencito por encargo de sus padres, recuerda por momentos a las comedias locas de los años treinta y cuarenta del viejo Hollywood. En clásicos como La fiera de mi niña o Las tres noches de Eva, sendas protagonistas aportaban algo de divertimento a las poco interesantes vidas de sus parejas masculinas dejando su particular mundo patas arriba.
La estadounidense Jennifer Lawrence coge el testigo de actrices como Katherine Hepburn o Barbara Stanwyck en una cinta que no acaba de llevar hasta las últimas consecuencias el tono loco y desenfadado de su comienzo. Sin duda, la protagonista de Winter’s Bone y Joy sabe imprimir el necesario timing cómico a esa mujer con miedo al compromiso y acosada por las deudas. Quizá el problema provenga del resto de elementos que acompañan al filme.
Stupnitsky, autor de Chicos buenos, parte de una premisa tan forzada como sugerente que, sin embargo, no siempre logra dar en la diana. Hay demasiados momentos dramáticos, a costa de los particulares traumas de los dos protagonistas, lo que ralentiza una comedia que triunfa cuando se decanta por el slapstick. Por otra parte, Andrew Barth Feldman tampoco consigue estar a la altura de una entonada Lawrence en el papel de zangolotino estadounidense.
Al debe de este simpático filme hay que añadir la forzada inclusión de una crítica a la gentrificación de la zonas turísticas y lo desaprovechado que se encuentra un actor Matthew Broderick, en el papel del padre del tímido personaje principal masculino. Evidentemente, la estrella de los años ochenta y noventa aparece como particular guiño a los largometrajes adolescentes que protagonizó hace décadas, como Todo en un día o Juegos de guerra, pero su presencia resulta meramente testimonial.