Puntuación:
Simpática e intrascendente comedia sobre tres amigos que dejan infancia para comenzar a adentrarse en la pubertad.
Chicos buenos deja claro sus intenciones desde su tráiler. En ese pequeño corto promocional, los tres pequeños protagonistas charlan con el actor Seth Rogen, productor de la película, sobre el largometraje: un producto para niños cargado de referencias sexuales en la línea de Supersalidos o La fiesta de las salchicas. En definitiva, pretenden crear una cinta en la línea de las cintas de la denominada Nueva comedia americana, pero protagonizada por preadolescentes.

Al fin y al cabo, Gene Stupnitski, guionista de la serie de televisión The Ofice o Bad Teacher, se puede encuadrar dentro de esta particular corriente del humor estadounidense. Su propósito y el de su compañero en las labores de escritura, Lee Eisenberg, es realizar una particular versión de Supersalidos, aunque reduciendo la edad de los protagonistas y ambientando el filme en esta segunda década del siglo XXI.
Quizá la principal diferencia entre el filme de Greg Mottola y esta producción de 2019 sea que la primera se encargaba de perfilar a sus despistados personajes y ésta prefiere centrarse casi únicamente en sus travesuras. La cinta logra así su objetivo cuando se enfoca en las peripecias de este trío de chavales que se adentra en la pubertad con cierto miedo, pero fracasa cuando muestra sus miedos e inseguridades, así como la tristeza por una época que llega a su fin.

Se agradece, no obstante, que la película deje a un lado la ñoñería de muchas producciones infantiles que parecen soslayar la curiosidad por el sexo de los niños. También resulta certera la dirección del trío protagonista, capitaneados por Jacob Tremblay, y el ritmo alocado del largometraje.
Sin embargo, más allá de las aventurillas de los simpáticos chavales, la película no consigue trascender en uno de los temas que aborda: crecer significa decir adiós a demasiados cosas y, especialmente, a muchas personas.
