Crítica de 52 Martes
Billie tiene 16 años y los cambios en su vida se suceden continuamente, la adolescencia no está siendo una etapa fácil, pero más sucesos vendrán a adelantar su madurez.
La película puede ser incluso un experimento cinematográfico, pues se ha grabado durante 52 semanas exactamente cada martes, y solo se plasma lo que ocurriera en esos días de rodaje.
52 Martes es la ópera prima de Sophie Hyde, y además contó en su reparto con actores no profesionales, decir que este aspecto no es para relevante si no que aporta un toque más de originalidad y de calidad a la cinta, pues la naturalidad está impuesta en cada plano.
Billie tiene 16 años y los cambios en su vida se suceden continuamente, la adolescencia no está siendo una etapa fácil, pero más sucesos vendrán a adelantar su madurez. Su madre quiere encontrarse así misma convirtiéndose en un hombre, para ello necesita su espacio y su tiempo, pero no quiere perder el contacto con su hija, y tienen un pacto de pasar todas las tardes de los martes juntas, y así ambas contarse sus propios cambios.
Cuando termina el visionado de 52 martes vemos como el montaje de unas imágenes puede cambiar mucho la historia, además por supuesto, dependiendo de los ojos que lo miren. Aquí una de las protagonistas se pasa toda la película cámara en mano, y lo que a priori puede aparentar mera superficialidad y frialdad, acaba convirtiéndose en una pura reflexión sobre los cambios y la necesidad de contarlo en pantalla, pero ¿todos lo entenderán?
En cierta forma es una búsqueda de identidad paralela, la de la madre y la hija, no porque se vea reflejada en su madre, sino porque está en esa edad que la curiosidad no mató al gato, sino que es necesario conocer, buscar y reconocerse así mismo para mirar hacia delante, además vemos como se demuestra que las experiencias son enriquecedoras.
Al final uno se da cuenta que no deja de ser un film que aborda desde el primer momento el hecho de los lazos y vínculos sentimentales, ya sean familiares como de amistad. Además aporta un toque diferente a las películas que tratan temas de este corte, dándole un mayor enfoque directo a la vez que sincero, todas las secuencias te sacuden el alma siendo muy intensas.
Otro enfoque directo es el del sexo que se trata sin tabúes hasta que llega el momento que hay que tratarlo con la adolescente, y no es que se cierren en banda, pero ahí es como si ya para muchos fuera un tema mucho más hermético e innecesario de tratar. Con lo cual vemos que el eje rueda como siempre, libertad dependiendo para qué o para quién, aunque también se puede dar la interpretación que lo que intentan es poner unos límites, pero ahí la ambigüedad de las imágenes y palabras queda a libre interpretación, cada uno deliberará si es una reprimenda lo que existe o un simple consejo.