Desigual thriller que mezcla de manera un tanto descompensada humor negro, drama y violencia.
Edward Bunker logró cierto reconocimiento cinéfilo gracias a su interpretación del Sr. Azul en “Reservoir Dogs”. No obstante, el antiguo delincuente ya se había ganado su lugar como escritor, participado en calidad de actor en películas comerciales del calibre de “Forajidos de leyenda” o “Tango y Cash”, y colaborado en los guiones de los largometrajes “Libertad condicional”, basado en uno de sus libros, y “El tren del infierno”.
Su universo creativo, poblado de antiguos convictos y violencia, influyó al primer Quentin Tarantino, el que se hizo un hueco en el mundo del séptimo arte con la mencionada “Reservoir Dogs” y la aún más célebre “Pulp Fiction”.
Por otra parte, el actor y novelista consiguió con su colaboración con el cineasta estadounidense una mayor proyección profesional que permitió que otro de sus textos, “Animal Factory“, fuera adaptado a la pantalla grande y sus obras literarias se convirtieran en objeto de culto fuera de los Estados Unidos.
Crítica de “Como perros salvajes”
Más de una década después de su muerte, el director Paul Schrader le recupera para el cine con “Como perros salvajes”, versión de la novela “Perro come perro”. El responsable de “American Gigolo” se desentiende de la escritura del guion, que firma Matthew Wilder, para centrarse en la realización de un filme que recuerda en más de un momento al Tarantino de los comienzos.
La película mezcla humor negro, referencias pop, diálogos repletos de verborrea, violencia y una pizca de drama para contarnos la vida de tres exreclusos que tienen la misión de secuestrar al hijo de un hombre que ha traicionado al capo que les contrató. El largometraje parece desentenderse un tanto de la trama principal para ofrecernos un retrato en negro del trío protagonista, unos tipos abocados al fracaso.
Schrader, que vive uno de sus momentos más bajos de su carrera tras los fiascos de “Caza al terrorista” y “The Canyons”, se muestra un tanto dubitativo a la hora de encontrar el tono adecuado y recurre en numerosas ocasiones a una fotografía de tonalidades psicodélicas que refleja el estado alterado por las drogas de sus personajes.
Es cierto que nada resulta verdaderamente novedoso ni apasionante, pero también que la cinta mantiene cierto interés de principio a fin. El cineasta estadounidense aprovecha incluso para abordar el tema de la redención, recurrente en gran parte de su obra, aunque lo haga de una manera apenas esbozada.
Quizá lo más destacado de este irregular trabajo sean las interpretaciones de Willem Dafoe, divertidamente histriónico en el rol de un criminal fuera de sus cabales, y un extrañamente contenido Nicholas Cage, que encarna al líder de la banda de poco afortunados delincuentes.
En resumidas cuentas, Paul Schrader nos regala un curioso thriller que copia un tanto el estilo de Tarantino y se encuentra muy por debajo en calidad de títulos como “Hardcore: un mundo oculto”, “Posibilidad de escape” o “Aflicción”, todavía hoy sus mejores obras como director.
Crítica de Julio Vallejo Herán.
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