Brad Anderson consiguió cierto éxito de público y crítica con largometrajes como Session 9 y El maquinista. Sin embargo, a pesar de ser un buen director de thrillers y terror, sus siguientes largometrajes no han logrado despuntar en su mayoría, quizá por unos guiones que no están altura de la puesta en escena y la tensión que sabe imprimir a sus trabajos. Solamente El rehén (Beirut) consiguió que el libreto fuera lo suficientemente interesante. No resulta casual que su labor se haya valorado más en sus trabajos para televisión, donde destaca la realización de episodios para prestigiosas series como Boardwalk Empire, Treme o The Killing, entre otras.

La hora del silencio parece repetir la mayoría de los problemas que han impedido que la carrera de Anderson en el cine no vuele más alto. Nos encontramos ante una cinta con un guion demasiado flojo al que el cineasta consigue dar bastante vida. La trama sigue los pasos de un policía que pierde parte de la audición en una misión. Afectado por su estado, se plantea incluso dejar su trabajo hasta que su antiguo compañero le pide ayuda para comunicarse a través de la lengua de signos con una mujer sorda que ha grabado en vídeo un asesinato relacionado con una banda de narcotraficantes. Después de la visita, el protagonista volverá inesperadamente para recoger un móvil que se le ha olvidado. Será entonces cuando se encuentre con los responsables del crimen que quieren liquidar a la testigo. Evidentemente, intentará impedirlo.

El guionista Dan Hall ofrece una base argumental demasiado simple que se limita a mostrar al héroe y la mujer a la que persigue el grupo criminal dentro de un viejo bloque de pisos a punto de ser derruido. Todo acaba siendo una suerte de Jungla de cristal de bajo presupuesto. Lo que le diferencia de cualquier producto dirigido a las plataformas es la enérgica dirección de Anderson que logra entretener a pesar de una trama previsible y llena de lugares comunes que se limita a hilvanar secuencias de acción con algún momento melodramático. Los actores Joel Kinnaman, Mark Strong y Sandra Mae Frank ayudan también a que la obra esté un poco por encima de la mediocridad.
En resumen, La hora del silencio es un pasatiempo más o menos aceptable que, sin embargo, se olvida pronto, a pesar de los esfuerzos de un director que se merece mejor material de base.

Puntuación:
Brad Anderson imprime tensión a una película con un libreto lleno de lugares comunes.