Puntuación:
El excesivo tremendismo, la interpretación histriónica de Sean Penn y un guion que parece perderse en tanta tragedia malogran una cinta con más buenas intenciones que resultados.
Las películas sobre una pareja profesional formada por un hombre maduro y un joven que acaba de entrar en el servicio son casi un subgénero. En la mayoría de las ocasiones se suele tratar de agentes de policía, el más mayor es un hombre que está de vuelta de casi todo, ha perdido un tanto el norte de lo que debe hacer y se encuentra un tanto amargado, mientras que el joven es más idealista y recibirá una bofetada de realidad con aquello que ve. El principal ejemplo y más conocido lo tenemos en Training Day.
El cineasta francés Jean-Stéphane Sauvaire, especializado en hurgar en el lado menos brillante del ser humano en cintas como Johnny Mad Dog: Los niños soldado y Una oración antes del amanecer, nos ofrece una particular variante del célebre filme de Antoine Fuqua en Ciudad de asfalto, aunque ambientada en una pareja de paramédicos de Nueva York, formada por un veterano asqueado con lo que observa cada día en su trabajo y un veinteañero que le acompaña mientras intenta sacarse el título de medicina.
Quizá el gran problema de la película es su obsesión por mostrar de la manera más gráfica posible todo aquello que les pasa a ambos. Sauvaire dota de un cierto aire documental a cada una de las intervenciones de los protagonistas, en la mayoría de los casos relacionadas con reyertas y sobredosis de drogas, pero parece regodearse en demasía en las penurias que sufren aquellos a los que tienen que salvar, llegando en algún caso al innecesario gore.
Todo parece impregnado de un excesivo tremendismo, aunque la realidad a la que se enfrentan sea muy dura. Por otra parte, la película no ofrece nada nuevo, haciendo especial énfasis en los daños psicológicos en ambos y en el comportamiento reprobable del más mayor. A la vez, llega un momento en el que parece dar vueltas sobre el mismo tema hasta un desenlace casi de tragedia griega.
Por último, Sean Penn se muestra demasidado histriónico como el paramédico más experto lo que choca con la cierta contención de un adecuado Tye Sheridan, en la piel de su advenedizo compañero.
En resumen, Ciudad de asfalto aporta poco a lo que ya hemos visto en otras películas y series a pesar de su tendencia al extremo.