Puntuación:
Embarullada y tópica película de acción solamente apta para fans de Jason Statham.
Los justicieros urbanos parecen casi una evolución de ciertos pistoleros del viejo wéstern. En los años setenta fueron los grandes protagonistas del cine de acción, como reacción a la contracultura de los sesenta, triunfando en taquilla con franquicias como Harry El Sucio y El justiciero de la ciudad. Desde entonces ha sido un tipo de personaje que han abordado casi todos las estrellas del género desde Clint Eastwood o Charles Bronson pasando por Mel Gibson y Bruce Willis, entre muchos otros,

Jason Statham, el sucesor de estos actores en las primeras décadas del siglo XXI, no ha sido una excepción. A Working Man es un ejemplo perfecto que, además, para más inri cuenta con un guion escrito por Sylvester Stallone, una de las mayores estrellas del cine de acción de todos los tiempos, junto al director David Ayer, que parece haber dejado de lado los interesantes policíacos de sus inicios como realizador en favor de productos más adocenados.
La película nos muestra a un hombre que ha dejado atrás su pasado militar para trabajar como capataz en una empresa constructora dirigida por una familia de latinos a la que está eternamente agradecido por haberle dado una oportunidad. No obstante, cuando secuestren a la hija de sus patronos, hará todo lo posible para encontrar a los captores y darles su merecido.

Evidentemente, este sencillo y poco original argumento es una excusa para que Statham se luzca en las peleas cuerpo a cuerpo y sirva como sustento para las secuencias de aparatosas y falleras batallas. Ayer, que ya colaboró con el actor en Beekeper: El protector, cumple como artesano más o menos eficiente que otorga al conjunto un cierto lustre visual, aunque tampoco su trabajo resulte memorable.
Sin embargo, el libreto se pierde un tanto a pesar de contar con un argumento simplón. Así nos encontramos con un protagonista que se enfrenta a muchos grupos relacionados con los responsables del secuestro sin que se aclare mucho la relación entre ellos. A todo hay que añadir una tópica trama secundaria sobre la relación del personaje principal con su hija o la inclusión del poco relevante amigo ciego del ex militar, al que da vida David Harbour. La habitual inexpresividad de Statham tampoco ayuda al resultado final.

Quizá lo más positivo sea que muestra una faceta positiva de los hispanos en Estados Unidos, normalmente retratados como delincuentes en el cine de acción, aunque este toque de corrección política no sea suficiente para elevar un producto solamente apto para los fans de la estrella británica.