La capacidad de Alejandro González Iñárritu para someter al espectador a la vorágine de acontecimiento a los que se ven sometidos los protagonistas de sus excelentes obras dramáticas es de sobra conocida. Todos recordamos sus ‘Amores Perros’, ’21 Gramos’ o la más cercana ‘Babel’, dramas dónde nos vemos sometidos a tensiones casi inaguantables. En ‘Biutiful’ el director Mexicano tira de repertorio para casi sin pestañear someternos a un ‘tour de force’ dramático, dónde practicamente no queda sitio para respirar.
La película retrata la historia de Uxbal, interpretado por un inmenso Javier Bardem al que volveremos a ver en la alfombra roja. Uxbal es un padre abnegado y luchador, un superviviente de la Barcelona más oscura, un hijo huérfano y desamparado. Al mismo tiempo es un intermediario de la sombra, próximo a los desaparecidos, atraído por los fantasmas y sensible a los espíritus por una suerte de poder de comunicación con el más allá. Sintiendo que la muerte le ronda, intenta encontrar la paz, proteger a sus hijos, salvarse a sí mismo. La historia de Uxbal es sencilla y compleja, al igual que nuestras vidas de hoy.
En este retrato impresionista, en este viaje al lado más profundo del ser humano, a veces tenemos la sensación de que las situaciones vividas no son lo suficientemente veraces y olvidamos que todos eses seres llevados al límite existen, que esa Barcelona alejada de la ciudad que todos conocemos también es verídica, que la gente en los bajos fondos de cada gran ciudad también lucha por sobrevivir, que son seres humanos con vida propia, con sentimientos. Y llegados a ese punto nos damos cuenta que con la película de Iñárritu no podemos cambiar de canal, que no podemos evitar enfrentarnos a la realidad de un buen número de miles de seres habitantes de un inframundo que también está ahí, muy cerca de cada uno de nosotros.
Y aún sintiendo que el guión tenga sus puntos débiles, que los tiene (se hecha de menos la prodigiosa letra de Guillermo Arriaga), y que el alargado metraje durante la mitad de la cinta nos deje algún bajón de intensidad, un impresionante y sobradamente capacitado Javier Bardem, que se entrega en cuerpo y alma a la composición de su personaje, nos compensa estas carencias con su magnífica interpretación, con su admirable esfuerzo, aunque esté, en ocasiones, un poco sólo en su cometido.
La sensacional banda sonora de Gustavo Santaolalla pone la guinda a un pastel muy interesante, un angustioso drama capaz de llevarnos al límite, de hacernos sentir títeres de una obra tan imperfecta cómo el mismo ser humano, de la que no quisieramos ser protagonistas.
Y, en el tramo final, Alejandro nos invita a una montaña rusa de sentimientos, un espectacular e intenso pasaje sin fisuras que nos asfixia, nos acelera las pulsaciones y, por fin, después de zarandearnos nos enseña los títulos de crédito con un sobresaliente final. Iñárritu es un excelente director, Bardem es el más grande de los actores, cómo no podía ser menos.
Rafael Calderón Luna. Nota: 7,4.
Como no estuve no puedo opinar, pero lo que me dijo Daniel, coincide bastante con lo que pones.
Gracias por los halagos. Lo de Bardem quizás sea algo exagerado pero soy un enamorado de sus interpretaciones. La película es muy recomendable. Espero que sigas visitando cineralia.com todo lo que hacemos lo hacemos por vosotros. Saludos.
Qué linda crítica. Casi que me vendiste la película. Qué aportar a lo que escribís… Que Iñárritu es un director del carajo no quedan dudas, tendría que ver la película pero imagino la banda sonora de Santaolalla como una nueva perla para el cine de estos tiempos. Y lo de Bardem es discutible. Es un actor fuera de serie, pero sin dudas no es el más grande los actores. Por lo menos es mi parecer.
Lindo tu blog. No lo conocía y me alegra haberlo conocido.
Un abrazo
José