Lo que aparentaba ser en un principio una serie corriente, con algo de acción y esa duración estereotipada que va de los 40 a los 45 mins se convirtió en algo muy serio. Aclamada por crítica y público.
Se baja del tren y realiza una llamada. Cuelga y de repente ve a una mujer con su mismo aspecto y facciones suicidarse delante suyo tirándose a las vías y siendo arrollada por un convoy. Aún paralizada por la impresión, reúne las fuerzas suficientes para agarrar el bolso de su «gemela suicida» y decide robar momentáneamente su identidad para sustraerle el dinero y huir con una hija a la que lleva 1 año sin ver. Es entonces cuando todo se complica…
Orphan Black es una serie de televisión protagonizada por la talentosa y camaleónica Tatiana Maslany. La actriz canadiense, sorprende completamente con un primer papel serio (aunque ya la vimos asomando la cabecita en Picture Day) interpretando a casi una decena de personajes con sus acentos, vicios y vestuarios diferentes. Hay series en las que el «dintel» de la producción reparte su peso entre múltiples pilares o personajes.
En Orphan Black Tatiana Maslany es el único pilar que sostiene a toda la estructura y lo hace de manera excelente. Lo que aparentaba ser en un principio una serie corriente, con algo de acción y esa duración estereotipada que va de los 40 a los 45 mins se convirtió en algo muy serio. Aclamada por crítica y público, Orphan Black mezcla esa acción con intriga, ciencia ficción y un drama humano salpicado por la atmósfera policíaca. Cada episodio nos muestra a Tatiana acorralada por los problemas y tenemos el lujo de poder asistir a como se libra de ellos gracias, entre otros motivos, a un guión notable que cuando no ha terminado de responder a una pregunta ya está planteando la siguiente.
Y es que aunque su personalidad no sea la de una serie destinada a grandes gestas y premios, Orphan Black tiene muy clara la línea que quiere seguir y tiene dos grandes argumentos que hacen obligatorio su visionado: Tatiana Maslany y el ritmo frenético de cada capítulo. Ciertamente, cuando llevemos un tiempo viéndola comprenderemos que es difícil distinguir los límites entre lo real y lo irreal. Pero no nos importa. Porque Orphan Black es adictiva y única dentro de su especie: una producción brutalmente entretenida pero sostenida en el trabajo e interpretación de sus actores (cuando las grandes actuaciones suelen ir encuadradas en series más pausadas y vanidosas). Orphan Black, por tanto, no duda en ponerse las deportivas para salir a hacer running al mismo tiempo que no se quita el atuendo elegante y entallado para hacerlo. Un híbrido digno de ver que se mueve entre un dinamismo despreocupado y las actuaciones minuciosas y trabajadas.