Se estrena hoy en los cines españoles «Objetivo: La Casa Blanca», la última película de Antoine Fuqua, director de «Training day (Día de entrenamiento)» en 2001 y «El Rey Arturo» en 2004. En Cineralia pudimos verla en el preestreno organizado por nuestros fantásticos amigos de Sensacine en los cines Kinépolis de Madrid.
Mike Banning (Gerard Butler) es un agente del Servicio Secreto estadounidense que, tras un accidente de coche en el que únicamente puede salvar la vida del presidente Asher (Aaron Eckhart), decide dejarlo para trabajar en el Departamento del Tesoro. Pero cuando un comando norcoreano ataca la Casa Blanca, tomando como rehenes al presidente y su gabinete, Banning se ve obligado a entrar de nuevo en acción.
De esta forma comienza esta cinta repleta de acción y secuencias espectaculares, rebosante de explosiones y balas cruzando la pantalla, pero que encalla en sus diálogos enfermizamente patrióticos y momentos absurdos y surrealistas. La película avanza asentando las bases de lo que será el ataque terrorista al hogar del Presidente de los Estados Unidos, ofreciendo un gran repertorio de secuencias muy bien rodadas y perfectamente ejecutadas que rebosan adrenalina.
Pero el problema llega cuando comienza la batalla y es secuestrado el Presidente, puesto que en ese momento la cinta empieza a distorsionarse y a convertirse en un absurdo panfleto patriótico, alcanzando niveles de auténtica vergüenza ajena y risas del espectador no buscadas por el guionista.
Debido a esto, la película sólo puede afrontarse de dos formas, o tomársela en serio o verla como una broma total. Si decidimos encarar la primera opción, nos chocaremos con un ejercicio de esfuerzo descomunal por asimilar todo lo que intentan inculcarnos; incluyendo desde enemigos implacables ante los guardias pero patosos ante el protagonista, hasta políticos capaces de dar la vida por el bien de los ciudadanos americanos (habría que ver qué ocurriría en España ante la misma situación).
Sin embargo, si decidimos dejar atrás el intentar tomárnosla en serio y sólo nos centramos en contemplar las escenas de acción, podemos disfrutar de una innumerable cantidad de escenas altamente explosivas y excelentemente rodadas; debiendo también obviar el increíble parecido con «La jungla de cristal» y otras películas de acción de los años 80 y 90.
Pero aún así, hay varias cosas que desde ningún punto de vista se pueden pasar por alto, la primera es que Gerard Butler no es Bruce Willis; la segunda, que Morgan Freeman empieza a vender su buen nombre y actuación a productos cada vez menos justificados. Y la tercera, y más importante, que la película convierte un buen planteamiento (un ataque directo en el mismísimo corazón de Estados Unidos, en concreto, al lugar más protegido y mejor defendido del planeta), en un circo pirotécnico enfangado con manidas frases patéticamente patrióticas, las cuales sólo serán aceptadas (seguramente con regocijo) por el público estadounidense, provocando indiferencias o sarpullidos en el resto de países.
En definitiva, nos encontramos ante una película con magníficas escenas de acción, que aunque retuerce en exceso el posible margen de veracidad de sus secuencias, ofrece un gran espectáculo. Todo ello ensombrecido y perturbado por una trama cada vez más inverosímil y unos diálogos tan absurdos y patrióticos que fuerzan a la total desconexión total.
Lo mejor: Las secuencias de acción.
Lo peor: Todo lo demás.
Nota: 4
Trailer de «Objetivo: La Casa Blanca».
Objetivo: La Casa Blanca
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