Creo que una gran parte de los espectadores fieles a esta serie, acabamos un tanto agotados en la anterior temporada.
La historia de Carrie y Brody ya cansaba, Homeland se había convertido casi en un culebrón cualquiera. Y se supone que Homeland es una serie de intriga, de suspense, con tensión e incertidumbre, porque no sabes lo que va a pasar a continuación.
Digo que esto es así en teoría, porque desde la segunda temporada, se ha visto cómo esta serie ha ido descendiendo en picado hacia un declive bastante evidente. Estoy totalmente de acuerdo en que Claire Danes se merece los premios que ha ganado por su papel, es una actriz estupenda, pero digamos que el personaje ha evolucionado y no precisamente para mejor, creo que está más paranoica y enloquecida que nunca.
Ya se estrenó la cuarta temporada de Homeland la semana pasada en EEUU, y venía a nuestro país con una gran polémica detrás. Este tipo de cosas son puras armas de marketing para que nos enganchemos y comprobemos si hay en verdad tanto impacto como aseguran. Tras la muerte de Brody al final de la anterior parte, esperaba que el relato hubiese cambiado de verdad, que comprobásemos un avance en las vidas de los personajes. Pero no vislumbro para nada un futuro prometedor para esta historia. Se han emitido dos capítulos de los 12 que componen esta nueva entrega como siempre. Dos capítulos un tanto tediosos y repetitivos. Carrie no solo se ha cambiado de destino y trabaja ahora en Islamabad, también ha sido madre de una niña, el bebé que esperaba de Brody. Una dulce niña a la que, en cierto momento, se plantea ahogar en la bañera presa de un ataque de locura transitoria. Esta ha sido la escena de la polémica en USA.
Saúl Berenson (Mandy Patinkin) el jefe y mentor de Carrie, ha dejado la CIA y se ha pasado al Sector Privado. Personalmente creo que es el mejor personaje de la serie, al menos el más cuerdo y opino que debería tener más protagonismo, digamos para rebajar un poco el nivel de problemas mentales que arrastra esta serie desde hace tiempo. Está claro que Saúl volverá a su antiguo puesto en la CIA. Peter Quin, el agente amigo de Carrie, sigue igual que siempre. Y vemos una trama simplona con poca chicha. Un ataque con drones a una boda. Masacre. Videos virales en internet donde se pone a los americanos como asesinos. Demasiado típico. Evidente falta de creatividad e imaginación.
Pero en realidad, esto es lo de menos. Porque no es necesario que una trama sea muy original. Baste con que esté bien escrita y desarrollada, que tenga ritmo, que tenga pendiente al espectador de lo que va a pasar a continuación, que haya giros inesperados para que no sea todo tan previsible y de la sensación de que constantemente estamos viendo lo mismo. Quedan muy lejos aquellos maravillosos tiempos de la primera temporada de Homeland, cuando encontramos a ese sargento Brody, un hombre convertido al Islam, que se debate entre la lealtad a su país y su familia, y la nueva lealtad que profesa al terrorista Abú Nasir. Aquellos instantes en los que veíamos a un Brody sufriendo en silencio, dudando si volar por los aires al Gobierno, la tensión de Carrie porque nadie la cree. Aquello sí que era realmente bueno. Lo de ahora ya no sé muy bien donde encajarlo.
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