La miniserie de Netflix Los favoritos de Midas supone el regreso de Mateo Gil al territorio del thriller después de la comedia Las leyes de la termodinámica.
Recordemos que el cineasta se ganó un hueco en el mundo cinematográfico como guionista de Tesis y Abre los ojos, películas dirigidas por Alejandro Amenábar que se adscribían claramente al género, y abordó este tipo de filmes en dos de sus cintas como realizador, Nadie conoce a Nadie y Proyecto Lázaro.
Con la ayuda en el guion de Miguel Barros, Arantxa Cuesta y David Muñoz, el cineasta canario nos ofrece una particular versión libre y actualizada del relato homónimo de Jack London.
El punto de partida es sencillo: un alto ejecutivo de un conglomerado empresarial de medios de comunicación recibe una extraña carta: una organización le amenaza con asesinar a personas que no conoce si él no accede a pagar altas sumas de dinero.

Los responsables de esta miniserie de seis capítulos saben perfectamente utilizar los elementos clásicos del suspense e incluyen los consabidos giros en la trama. En este sentido, la producción de televisión funciona a la perfección y asegura el entretenimiento de aquellos que les gusten los thrillers.
No obstante, su director y guionistas no se conforman. Hay una evidente pretensión de reflexionar la ética personal, empresarial y periodística donde los ideales más altos también tienen un precio por el cual somos capaces de obviarlos.
Los favoritos de Midas cuestiona si realmente somos dueños de nuestra propia libertad o si, por el contrario, la sociedad, a través de sus élites, penaliza aquellos comportamientos que cuestionan el orden social.

Sin ninguna duda, la reflexión resulta interesante, aunque, como ocurriera en Proyecto Lázaro, Gil decide subrayar sus pretensiones con diálogos aquello que es más que evidente por las acciones. Eso provoca que la serie se vea afectada en su ritmo, especialmente en los últimos episodios.
A pesar de ello, esta producción Netflix logra su propósito como pasatiempo y ofrece un producto de elegante acabado visual y protagonizado por un elenco excelente.
La frialdad de la fotografía retrata perfectamente las grandes oficinas y los hogares lujosos que reflejan la falta de escrúpulos que rigen las relaciones entre aquellos que viven en ellas.

Por otra parte, como ya hemos comentado, el reparto brilla a gran altura. Luis Tosar refleja perfectamente a ese hombre de negocios con preocupaciones sociales que se ve sorprendido por un particular chantaje, mientras Marta Belmonte dota de una mezcla de valentía y vulnerabilidad a esa periodista en busca de la verdad. Lo mismo se puede decir de Guillermo Toledo, que convence en un papel dramático como el inspectos que investiga el caso.